Café, Historia, México

De la herencia al futuro: Fátima y su camino en el mundo del café

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Fátima Ruiz Guillén, de 25 años, forma parte de la sociedad cafetalera Comon Yaj Noptic en Chiapas al igual que su padre y su abuela. Además, también es parte de Metik, un grupo de mujeres productoras de café que trabajan desde la producción a la comercialización de café. Su historia es un testimonio de cómo la pasión y el compromiso pueden abrir caminos.

Conoce la vida de esta joven caficultora, su amor por el café y el legado que está construyendo junto a su familia. 

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Creciendo entre cafetales

Desde que tiene memoria, el café ha sido parte de la vida de Fátima. Su infancia está marcada por recuerdos de su padre en temporada de cosecha y su propio anhelo de participar.

Desde pequeña, tal vez tenía 4 o 5 años, recuerdo ver los cafetales cerca de casa. En ese tiempo, mis abuelos aún vivían, y justo enfrente de la casa de mis padres había plantaciones de café. Cuando llegaba la temporada de cosecha, le decía a mi papá: ‘Papi, yo también quiero cortar café’.

Fátima Ruiz Guillen, productora de café.

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En México, los jóvenes enfrentan desafíos en el sector agrícola debido a falta de financiamientos y a que practican modelos tradicionales poco rentables, lo que los lleva a buscar estabilidad en EE.UU. Jóvenes renovando para el futuro ofrece una alternativa, brindándoles oportunidades para prosperar en sus tierras y construir un futuro digno.

Aunque se alejó de su comunidad para continuar con sus estudios, su conexión con el café nunca desapareció. Cada vacación regresaba al rancho con su familia. «Siempre he dicho que la paz y la tranquilidad que te brinda el rancho es lo mejor. Cuando volvía de la ciudad, sentía que podía respirar, que estaba en casa.»

Bernabé, notó su interés y comenzó a enseñarle sobre el proceso del café. «Cuando llegaba el despulpado, acompañaba a mi papá al beneficio húmedo. Me gustaba observar lo que hacían los productores. Aprendí a seleccionar los granos de café, cuáles estaban verdes, cuáles secos.»

Javier Anaya, Oficial de proyectos de Solidaridad en México, recuerda cómo conoció a Fátima: «La conocí en 2019 por su papá, Bernabé Ruiz, un productor líder en el proyecto Climate Smart Coffee. Fátima siempre estaba interesada en el trabajo de su padre y quería participar en todo lo que pudiera.»

Desafíos de ser mujer joven en el café

Las mujeres han trabajado en el café por generaciones, pero a menudo enfrentan retos tanto para ser reconocidas como parte fundamental de la cadena de valor, como para tener acceso a la titularidad de tierras y la comercialización de su producto.

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«Me tocó ser la mayor de tres hermanos, y a pesar de ser mujer, mi papá nunca me puso límites. Me enseñó a hacer registros y rápidamente me convertí en su mano derecha.» Fátima Guillen, productora de café.

En tiempos difíciles, el café ha sido un vínculo de unidad en su familia. «Cuando fui creciendo, ayudaba a mis tíos con el corte, el despulpado y la selección del café para entregarlo a la cooperativa», nos cuenta Fátima.

Su abuela también jugó un papel clave en su camino. «En 2019, me dijo que el café no era solo de ella, sino también de mis padres y, eventualmente, mío y de mis hermanos. Me pidió que me volviera socia de la cooperativa, y me motivó a que me involucrara y que soñara en grande.»

A lo largo de su camino, Fátima ha enfrentado desafíos y es consciente de los estigmas en la industria.

Me he encontrado con personas que me han puesto límites y que ven mal que una mujer se dedique al café. Pero mi papá nunca fue así, al contrario, siempre me apoyó. Me dijo: ‘El día que quieras tener tu parcela, ahí está, porque tierra hay de sobra’.

Fátima Guillén, productora de café

Metik: Mujeres con una visión grande

Su camino en la comercialización del café comenzó con enseñanzas de su padre. «Aprendí sobre ventas y administración del café, lo que me permitió acercarme a la asamblea de socias de Metik, donde me nombraron tesorera.»

Metik es un grupo de mujeres caficultoras de la cooperativa Comon. El nombre significa “mujer anciana” o «grandes mujeres» en tzeltal. Fundado en 2010, el grupo buscaba un sueño: que las mujeres pudieran exportar su café. Han logrado posicionarse en el mercado nacional e internacional, vendiendo en ciudades como Ciudad de México, Monterrey y Puebla, y en 2024 exportaron un contenedor de café orgánico a Suiza.

«Comencé en la organización poco a poco, dispuesta a aprender. Las metas que nos propusimos, las alcanzamos. Luego, me nombraron representante legal” nos cuenta orgullosa Fátima.

Jóvenes renovando para el futuro

Cuando la roya afectó los cafetales de su familia, Fátima decidió tomar acción. «Mi papá renovó algunos terrenos, pero otros no logró. Entonces, me enteré del proyecto Jóvenes renovando el futuro de Solidaridad y supe que era mi oportunidad.»

El proyecto Jóvenes renovando para el futuro destaca la importancia del relevo generacional en la sostenibilidad agrícola. Este proyecto, con enfoque integral, respaldará a jóvenes caficultores en la implementación de buenas prácticas y con incentivos para su arranque en el proceso.

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El proyecto cuenta con 23 jóvenes menores de 28 años en 6 comunidades de la cooperativa Comon, 8 de estos jóvenes son mujeres.

Gracias a Jóvenes renovando para el futuro, Fátima está renovando dos hectáreas de café que ahora le pertenecen. «En este proyecto, la idea es que los padres hereden en vida terrenos a los jóvenes para que continúen aprendiendo el proceso», nos comenta Javier Anaya.

Fátima es un caso de éxito. Normalmente, se pierde entre el 7 y el 10% de las plantas en una renovación, pero ella solo perdió el 2%. Cuidó su parcela con gran dedicación y aceptó el reto de administrar su propia finca.

Javier Anaya

Soñando en grande

En 2024, Fátima comenzó la renovación de una nueva parte de su cafetal. «Mi meta es renovar toda mi parcela e incluso más. Con Metik, quiero ampliar nuestro mercado y exportar aún más» nos dice con ilusión.

A mi yo pequeña le diría que estoy muy orgullosa de ella. En ese momento no sabía lo que iba a lograr, pero hoy lo estoy logrando. Gracias al café, mi familia y mi cooperativa, he hecho cosas que parecían imposibles, como subirme a un avión y conocer a otras mujeres caficultoras en Colombia.

Fátima Guillén

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