La mayor demanda de alimentos y los crecientes impactos del cambio climático están empujando al mundo a repensar cómo producir. Las prácticas agrícolas de bajas emisiones son una forma de crear un sistema alimentario más sostenible que pueda satisfacer nuestras necesidades y, al mismo tiempo, cuidar el planeta.
Recientes proyecciones sugieren que la producción agrícola deberá crecer un 70 por ciento al 2050 (FAO) para cubrir la creciente demanda global de alimentos. Además, el sector agropecuario es uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático y, a su vez, uno de los que más contribuyen a emitir gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, en particular en países de ingresos bajos y medios. Cerca del 31 por ciento de las emisiones de GEI de origen humano son provocadas por la producción global de alimentos, incluyendo las emisiones provenientes de las fincas, las derivadas del cambio de uso de la tierra, y de los procesos pre- y post- producción.
Desarrollar sistemas que permitan satisfacer la creciente demanda de alimentos con menos emisiones GEI es esencial para poder enfrentar de forma efectiva el cambio climático. Uno de las aproximaciones a la agricultura de bajas emisiones que han surgido en años recientes es la agroforestería. Sus técnicas permiten almacenar carbono en el suelo al tiempo que aumentan la producción agrícola y mejoran los medios de vida de los productores.
¿Qué es la producción baja en emisiones de carbono, y por qué es importante?
La agricultura baja en emisiones de carbono es un enfoque que permite adaptar los sistemas agrícolas al cambio climático para asegurar la provisión de alimentos y estimular el desarrollo rural. Solidaridad utiliza la definición de agricultura climáticamente inteligente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por su sigla en inglés).
La agricultura baja en emisiones persigue tres objetivos principales:
- Aumentar la productividad y el ingreso de los productores de forma sostenible;
- Adaptar y generar resiliencia al cambio climático;
- Reducir y evitar emisiones de GEI (i.e. provenientes de la agricultura y el cambio de uso de la tierra, facilitando la captura de carbono en el suelo).
Si bien las prácticas de agricultura bajas en emisiones no siguen un único patrón a nivel global, sí hay muchas prácticas en común que los productores de distintas geografías suelen aplicar, como por ejemplo:
- Siembras asociadas – producir dos o más cultivos en un mismo lote al mismo tiempo
- Rotación de cultivos – producir distintos cultivos en un mismo lote de forma sucesiva siguiendo un calendario
- Cultivo en terrazas – construir terrazas a nivel, evitando cultivar en los declives de las laderas
- Pastoreo rotacionado – dividir el área de pastoreo con cercas y hacer que el ganado rote entre los potreros permitiendo regenerar la cobertura vegetal y capturar carbono en el suelo
- Siembra directa – sembrar sin arado (labranza), sobre rastrojo, para no remover el suelo y mantenerlo protegido.
Las siembras asociadas conllevan una gran variedad de beneficios, desde mejores rindes, a una mayor resiliencia climática, menores emisiones de GEI en la finca, mayor captura de carbono y mejores ingresos para los productores. Por ejemplo, en ciertas regiones de Brasil, el cacao se cultiva en combinación con bananos, árboles nativos de la Amazonía, y cultivos anuales como la mandioca. Los frutales y la mandioca pueden aportar un ingreso extra al hogar o utilizarse para el consumo familiar, mientras que los árboles brindan sombra a los cultivos y el ganado.
La rotación de cultivos mejora la salud del suelo, incrementando la materia orgánica en él, y ayuda a controlar de forma natural enfermedades y plagas. El cultivo en terrazas reduce la erosión, en particular la provocada por la lluvia y otros eventos climáticos severos. La siembra directa también evita la erosión y aumenta el carbono almacenado en el suelo.
¿Qué son los sistemas agroforestales?
La agroforestería se refiere a una serie de sistemas que integran árboles, cultivos agrícolas y/o ganadería para generar beneficios económicos, sociales y ambientales. Los pequeños productores a menudo emplean sistemas agroforestales para mejorar su seguridad alimentaria, sus ingresos y la salud general de la finca. De hecho, estos sistemas son conocidos por mejorar la calidad del agua, proteger los cultivos de fenómenos meteorológicos extremos, y diversificar los ingresos con frutales y hortalizas.
El café y el cacao son cultivos particularmente bien adaptados para crecer en modelos agroforestales, ya que crecen bien bajo la sombra de otros árboles. En Brasil, Colombia, Nicaragua y Perú Solidaridad está apoyando a pequeños productores de café y cacao a migrar hacia este modelo que reduce la huella de carbono. Además de los beneficios antes mencionados, los productores pueden recibir pagos por las capturas de carbono en sus árboles a través de plataformas de venta de créditos de carbono como la que desarrolló Rabobank, ACORN. A medida que los efectos del cambio climático se vuelven más pronunciados, los sistemas agroforestales cumplirán un rol creciente en mejorar la resiliencia de los pequeños productores de distintas regiones.
Producción de bajas emisiones en acción
Escalando la producción baja en emisiones de carbono en la Amazonía
En Latinoamérica y el Caribe el 58 por ciento de la emisiones GEI provienen de cambios en el uso del suelo, la agricultura y la forestería. Según el uso que se le dé, el suelo puede emitir GEI como también funcionar como un sumidero neto de carbono. La selva amazónica, que abarca ocho países sudamericanos, ha sido históricamente uno de los mayores y más importantes reservorios de carbono. La Amazonía también provee otros servicios, como conservar la biodiversidad y brindar oportunidades de ingreso a las comunidades. No obstante, este ecosistema se encuentra amenazado por altas tasas de deforestación – en buena parte derivadas de la expansión agrícola.
Desde el 2022, Solidaridad busca escalar la adopción de prácticas bajas en emisiones a través de Amazonía Connect, una iniciativa de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Earth Innovation Institute, National Wildlife Federation, y la Universidad de Wisconsin-Madison. Amazonía Connect busca escalar la producción de productos básicos con bajas emisiones y mejorar la preservación de la biodiversidad en regiones de alto valor de conservación de la Amazonía que proveen a mercados nacionales e internacionales. A lo largo de cinco años, Amazonía Connect trabajará en cadenas de valor de café, palma de aceite y ganadería lechera y de carne en Brasil, Colombia y Perú.
A través de este programa, los productores incorporarán prácticas esenciales para mejorar sus rindes y reducir su huella de carbono. Por ejemplo, en Colombia, los productores aprenderán a integrar árboles adicionales a sus cultivos de café y a proteger el suelo sumando cultivos de cobertura y otras coberturas vegetales. En Brasil, los productores recibirán capacitación en prácticas de manejo sostenible de pasturas, como el pastoreo rotacional o el evitar las quemas.
Producción de bajas emisiones de carbono en otras regiones
A diferencia de Latinoamérica, donde el cacao es un árbol autóctono, en Costa de Marfil, este cultivo ha sido históricamente una fuente de deforestación de vegetación nativa. Los productores suelen ver la presencia de otras especies como un obstáculo para la productividad de sus fincas, y plantan cacao como monocultivo a pleno sol. No obstante, entre 2018 y 2021, Solidaridad trabajó con 15 cooperativas de productores en un plan para promover la agroforestería. Los productores recibieron información relevante acerca de cómo los afectaba el cambio climático y capacitación para instalar sistemas agroforestales, incluyendo viveros de especies de crecimiento rápido como la Limba (Fraké) y la Acacia.
Solidaridad apoyó a 148.000 productores de Costa de Marfil, Ghana, Liberia y Sierra Leona para que adoptaran prácticas de cultivo responsables en sus fincas, llegando a abarcar cerca de 179.000 hectáreas de cacao producido de forma sostenible.
Brasil es responsable del 38 por ciento de la producción mundial de soja, una importante fuente de ingresos para muchos productores. Sin embargo, la producción de soja es también una fuente significativa de emisiones GEI, y los productores suelen dudar a la hora de adoptar nuevas prácticas si no tienen pruebas de su rentabilidad a largo plazo. Un estudio realizado por Solidaridad en 2022, brindó información acerca de la huella de carbono y rentabilidad de distintos sistemas de producción de soja para permitir a los productores tomar decisiones informadas que les permitan mantener su nivel de ingresos reduciendo su impacto ambiental.
El futuro de la producción baja en emisiones
Alrededor del mundo, hay 2,6 billones de personas que dependen de la agricultura para vivir. A medida que los efectos del cambio climático se agravan, sus medios de vida corren peligro. Al mismo tiempo, la población global sigue creciendo, ejerciendo presión sobre los sistemas alimentarios mundiales. La agricultura baja en emisiones ofrece una alternativa a los pequeños productores para mejorar su resiliencia a las amenazas del clima, su productividad y su ingreso, al mismo tiempo que aseguran la seguridad alimentaria local y regional con una menor huella de carbono.
Llevar la agricultura baja en emisiones a gran escala requiere que el sector privado y el público trabajen juntos para implementar políticas, incentivos y la capacitación necesarios para lograr esta transición.
Proyectos como Amazonía Connect son un ejemplo de cómo diversos actores pueden colaborar para crear entornos facilitadores que escalen la agricultura baja en emisiones.