Según cifras del Foro Económico Mundial, entre 2020 y 2022 los precios de los fertilizantes se incrementaron en más de un 190% en el planeta. Factores como la guerra entre Rusia y Ucrania y el periodo de pandemia fueron determinantes para el incremento en el costo de los abonos agroquímicos. En Colombia, con un estimado del 42% de la producción agrícola atada a estos insumos importados, la situación puso en jaque a los pequeños productores.
Ante ese panorama, Solidaridad y la Cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ) desarrollaron el programa Incasbono. Aliados como la Universidad de los Andes y la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) se han sumado a esta iniciativa orientada a asociaciones de pequeños productores de palma de aceite, cacao y café. El objetivo es facilitar el acceso a fertilizantes, para mejorar la productividad e impulsar el tránsito hacia modos de producción sostenible en sus cultivos.
Apoyo en suministro, con enfoque pedagógico
En cuanto al suministro de fertilizantes, primer componente de Incasbono, el programa benefició a 1.800 pequeños productores en Antioquia, Huila, Bolívar, Meta y Nariño, superando la meta de impactar a 1.500 agricultores.
“A través de mecanismos de educación financiera y el uso de herramientas digitales, buscamos que los productores puedan acceder a una oferta que les permita comprar su fertilizante a crédito y, al mismo tiempo, que sepan utilizar los servicios financieros a los que pueden acceder desde cada uno de los actores locales”, destaca Alexander Escobar, líder de Soluciones Financieras de Solidaridad.
“Las biofábricas fueron desarrolladas en el marco del proyecto Incas Global+, que es un proyecto de innovación de cadenas agrícolas sostenibles y complementan muy bien el esfuerzo de aumentar la sostenibilidad en cinco cadenas seleccionadas. Estamos trabajando siempre en alianza con actores claves; actores estratégicos”.
“A través de mecanismos de educación financiera y el uso de herramientas digitales, buscamos que los productores puedan acceder a una oferta que les permita comprar su fertilizante a crédito y, al mismo tiempo, que sepan utilizar los servicios financieros a los que pueden acceder desde cada uno de los actores locales”.
Alexander Escobar, líder de Soluciones Financieras de Solidaridad.
Las biofábricas, generación de abonos en ruta hacia la sostenibilidad
El segundo componente de Incasbono fue la implementación de biofábricas, para la producción de abonos orgánicos en zonas de gran potencial productivo del país. Uniminuto construyó cuatro de estas biofábricas en los departamentos de Meta y Huila.
Sabine Triemer, representante de GIZ y coordinadora del proyecto Incasbono destaca la forma en que el programa ha aportado a una nueva visión frente al uso de fertilizantes y la sostenibilidad en los cultivos. “Las biofábricas fueron desarrolladas en el marco del proyecto Incas Global+, que es un proyecto de innovación de cadenas agrícolas sostenibles y complementan muy bien el esfuerzo de aumentar la sostenibilidad en cinco cadenas seleccionadas. Estamos trabajando siempre en alianza con actores claves; actores estratégicos”.
Además, para la comunidad estas biofábricas no solo son una alternativa de generación de abono orgánico, sino también una unidad de negocio que pasa a ser propiedad de las asociaciones y cooperativas. De esta manera, Incasbono ha aportado al tejido social entre los pequeños agricultores.
La Universidad de los Andes desarrolló a su vez una propuesta para la implementación de biofábricas en predios individuales. Con ella se impactaron 786 productores de café y cacao, que fueron capacitados en la elaboración de biopreparados y abonos orgánicos. En ese aprendizaje, los cultivadores recibieron interesantes bases conceptuales de agricultura circular y regenerativa.
“Entregamos biofábricas individuales; algo que permite que cada productor pueda generar sus bioinsumos en finca, generar ahorros, aumentar ingresos, aumentar productividad, tener un poco de independencia, de mayor conocimiento y llevar la teoría a la práctica”, señala Carolina Méndez, directora operativa de la Universidad de los Andes.
“Entregamos biofábricas individuales; algo que permite que cada productor pueda generar sus bioinsumos en finca, generar ahorros, aumentar ingresos, aumentar productividad, tener un poco de independencia, de mayor conocimiento y llevar la teoría a la práctica”.
“Todo este proceso que hemos estado ejecutando en este proyecto, nos ha dejado varios aprendizajes. El más importante, es que se puede hacer eficiente el recurso económico de la Cooperación Internacional. El segundo es que, en tiempo, se puede impactar de forma positiva estas comunidades y algo que la gente no percibe y es el aprendizaje que nosotros como instituciones tenemos con los productores”.
Una siembra de conocimiento para un mayor alcance de Incasbono
El componente final de Incasbono es la capacitación a productores y extensionistas. Se busca el desarrollo de habilidades en los productores, mediante métodos de formación virtual y presencial. En esta tarea ha sido protagonista la herramienta pedagógica que ofrece la plataforma educativa Agrolearning.
En permanente contacto con los instructores a través de medios digitales, los beneficiarios de Incasbono se han convertido en formadores de sus comunidades en aspectos como la sostenibilidad y las bases conceptuales de agricultura circular y regenerativa.
“Todo este proceso que hemos estado ejecutando en este proyecto, nos ha dejado varios aprendizajes. El más importante, es que se puede hacer eficiente el recurso económico de la Cooperación Internacional. El segundo es que, en tiempo, se puede impactar de forma positiva estas comunidades y algo que la gente no percibe y es el aprendizaje que nosotros como instituciones tenemos con los productores”, señaló Jhon Jairo Monje, profesor de Ingeniería Agroecológica de Uniminuto, en balance de lo vivido en la ejecución de Incasbono.