Madre de 11 hijos, abuela de 24 nietos y bisabuela de dos bisnietos, la productora rural Angelita Ferreira Alves, de 64 años, sueña con ver prosperar su lote de cacao en el que trabaja desde hace ya muchos años y prácticamente por su cuenta.
CACAO QUE ALIMENTA SUEÑOS
Angelita tuvo su primer contacto con el cacao de niña en Cidelândia, su ciudad natal en el Estado de Maranhao. “Allí conocí a dos personas que cultivaban cacao. Fue entonces que me enamoré. Ayudaba a plantar, jugaba todo el día en los plantíos”, recuerda.
Al casarse, Doña Angelita se mudó al municipio de Pacajá, en el estado de Pará, al norte de Brasil. Para garantizar el sustento de sus hijos siempre luchó mucho. Por muchos años, trabajó preparando viandas para varias escuelas de Pacajá, a pesar de la oposición de su ex-marido, y se volvió alguien conocida y muy querida en la región.
Cuando decidió volver al campo, en 2003, pasó a dedicarse a la producción de quesos. “Comencé ordeñando a las vacas, pero me daba mucho miedo, porque una vez una me piso y me quebró toda esta parte aquí”, relata Angelita señalando su tórax. “En ese momento dejé de respirar, pero gracias a dios sigo aquí. A pesar del miedo, seguí adelante hasta poder comprar una ordeñadora. Y así pude despegar”, recuerda.
También tenía un lote de cacao, que sabía que podía darle un mejor ingreso, pero no sabía manejarlo. Fue entonces cuando entró en contacto con los técnicos de Solidaridad y logró salvar sus árboles de cacao. “Yo los recibí con la mayor alegría del mundo, necesitaba mucha ayuda. La primera vez que vinieron el cacao estaba muriendo de viejo. Me explicaron que podía recuperar el cultivo, pero iba a tener que plantar en una nueva área, y yo acepté rápidamente. Pasé el siguiente año haciendo todos los cambios que tenía que hacer”, cuenta acompañada por el técnico extensionista Wagner Pereira
Recibí muchas plántulas y estoy muy feliz. Mi hijo se está incorporando al trabajo y también está muy feliz. Hemos instaurado una relación de ida y vuelta y amistad con los técnicos, que nos comparten todo su conocimiento. Estoy muy esperanzada”.
Doña Angelita
“Recibí muchas plántulas y estoy muy feliz. Mi hijo se está incorporando al trabajo y también está muy feliz. Hemos instaurado una relación de ida y vuelta y amistad con los técnicos, que nos comparten todo su conocimiento. Estoy muy esperanzada”.
Doña Angelita
Actualmente, Doña Angelita sigue vendiendo sus quesos y espera ver pronto los resultados de la asistencia técnica que está recibiendo para mejorar su producción de cacao.
Ella sueña con llegar al mismo nivel de calidad alcanzado por otros productores de cacao de Tuerê, en Novo Repartimento. En los últimos años, los granos de cacao de Tuerê se colocaron entre las mejores 50 del mundo y llevan más de 30 premios ganados a nivel nacional e internacional, conquistando espacios en el mercado global de bean to bar.
Angelita está entre los productores inscritos en el proyecto RestaurAmazônia, que recibe el apoyo del Fondo JBS por la Amazonía y el cofinanciamiento de la Fundación Elanco. La iniciativa promueve la restauración de bosques productivos y la inclusión socioeconómica de productores y productoras familiares en la región atravesada por la ruta Transamazónica en Pará.
A través de la asistencia técnica y la mejora en la gobernanza territorial, el objetivo del proyecto es fomentar la agricultura con bajas emisiones de carbono, combinando la producción de cacao en sistemas agroforestales, la ganadería intensiva y la conservación forestal. La meta es apoyar mil quinientas familias de los municipios de Novo Repartimento, Anapu y Pacajá y preservar más de 20 mil hectáreas de vegetación nativa, reduciendo a la mitad la tasa de deforestación para 2026.
De hecho, la aspiración de Doña Angelita, es producir su cacao de la forma más sostenible posible, con respeto por el entorno natural en que vive. “Amo mucho la selva, amo nuestra naturaleza. Por eso quiero y voy a conservarla”, afirma enfáticamente siguiendo las recomendaciones del plantel técnico de Solidaridad que la visita periódicamente desde el año pasado.
LEGADO FAMILIAR Y SOLIDARIDAD
Sexta dentro de una familia de 13 hermanos, Angelita perpetúa una tradición familiar dedicada a la agricultura. “Mis abuelos eran productores rurales, mis padres continuaron su trabajo, y yo misma estoy siguiendo sus pasos. Siempre me presté para preparar la tierra, sembrar, cosechar, y todo se hacía de forma manual. Lo que heredamos, mi padre lo logró con mucho esfuerzo y sudor, pero solo yo y otros tres hermanos decidimos seguir su camino. Y ahora, de mis hijos solo uno va a continuar esta labor. Espero que él continúe la tradición de nuestra familia”, revela.
A pesar de llevar a cuestas innumerables batallas a lo largo de su vida, Angelita sigue reinventándose con optimismo y busca que todos los días el mundo sea un lugar más solidario y acogedor:
Yo creo que el mundo puede mejorar, que las personas pueden mejorar. Quiero hacer lo que pueda por mi hijo, por mi vecino, por la comunidad. Me inspiran las personas que creen en algo y lo consiguen. Nuestra región necesita mucha ayuda, muchos incentivos. A pesar de contar con muchos recursos, con tierras buenas y productivas, tenemos muchas carencias. Y creo que si todos pensáramos en el prójimo, el mundo estaría mucho mejor”
Doña Angelita
“Yo creo que el mundo puede mejorar, que las personas pueden mejorar. Quiero hacer lo que pueda por mi hijo, por mi vecino, por la comunidad. Me inspiran las personas que creen en algo y lo consiguen. Nuestra región necesita mucha ayuda, muchos incentivos. A pesar de contar con muchos recursos, con tierras buenas y productivas, tenemos muchas carencias. Y creo que si todos pensáramos en el prójimo, el mundo estaría mucho mejor”
Doña Angelita