A los 37 años y con tres hijos, Alexis González heredó la tradición cafetera de sus padres. Aunque su finca está en el municipio caqueteño de Montañita, una zona que no figura entre los mayores mercados de café de Colombia, ha vivido desde niña entre cafetales. “En Caquetá no tenemos mucho reconocimiento como región cafetera, porque la mayoría de nuestro café se va para el Huila. Es como si nuestra producción fuera de ese departamento. Pero en Florencia y en Montañita hay bastantes cafeteros; en la zona de cordillera hay bastante café”, explica.
Se casó cuando tenía apenas 15 años —a esa edad ya vivía lejos de su casa para estudiar— y ha pasado más de 20 años junto a su esposo, Oswaldo. Igual que su mamá, se acostumbró a que su compañero trabajara la tierra, a que decidiera sobre los cultivos en la finca y llevara el sustento de la familia, mientras ella se encargaba del hogar.
Amazonía Connect y la semilla para el reconocimiento a las mujeres en la cordillera
Pero, desde que se vinculó al proyecto Amazonía Connect ha comenzado a tener un papel más participativo en la economía y decisiones familiares. El conocimiento que ha adquirido en el proyecto le ha valido para ser una voz calificada en el cultivo.
Amazonía Connect es una iniciativa de USAID, Solidaridad, Earth Innovation Institute, National Wildlife Federation, y la Universidad de Wisconsin-Madison. En colaboración con el Programa Regional Ambiental para la Amazonía, productores, compañías, gobiernos locales e instituciones financieras, Amazonía Connect promueve y escala la adopción de una agricultura de bajo carbono y la producción sostenible de productos básicos en Brasil, Colombia y Perú.
“El apoyo que nos ha dado Solidaridad ha sido de mucha ayuda para nosotras. Nos han estado dando muchas charlas y tenemos varios proyectos a futuro, como poner unos viveros. También se nos han dado unas capacitaciones que han sido muy buenas. Nos han ayudado a fortalecer demasiado, porque, por acá en el campo hay algunas que no terminaron sus estudios. Otras sí pudimos terminarlos, pero igual, como que no se nos reconocía”.
Alexis González, caficultora de Montañita, Caquetá
Alexis ha recibido capacitaciones en aspectos como la elaboración de semilleros y germinaderos donde se controla el desarrollo de las plantas en sus primeros meses y se seleccionan para el cultivo, así como aspectos básicos sobre la comercialización del café. Gracias a las enseñanzas de técnicos de Amazonía Connect, ha comenzado a reconocer el valor de su trabajo y la importancia de avanzar hacia la equidad de género. Ahora lidera una asociación de mujeres, con ellas tiene un terreno pequeño para cultivar una huerta con la que aportan a la independencia alimentaria de sus familias.
Buenos vientos para el reconocimiento del trabajo femenino
El camino abierto por Amazonía Connect también ha pasado por deshacer los prejuicios. Alexis escuchó hablar por primera vez del proyecto en una reunión en Norcasia, en el corregimiento de San Pedro, que pertenece a Florencia. Sin embargo, tiempo después supo que desde el proyecto querían invitarla a una visita al Eje cafetero, pero sus mensajes no llegaban hasta ella.
“Mi esposo me dijo que no me había dado la información sobre el viaje, porque para él, eso era una perdedera de tiempo. Cuando le conté a mis hijos, fueron los dos mayores los que me dijeron que era una oportunidad muy buena y me dieron ánimo para que no la dejara pasar”, relata Alexis. Con esa visita empezó un camino para dejar atrás la sombra del machismo arraigado en la tradición agrícola en los campos de Colombia.
Como los hijos de Alexis, que no dudaron en alentarla a empoderarse con el conocimiento de Amazonía Connect, las nuevas generaciones en el Caquetá ya reconocen a las mujeres como parte del avance del campo a la par que los hombres. Ella misma hoy reconoce que los malos tratos que vio sufrir a su mamá en su niñez no tienen razón de ser.
“Mi papá era siempre el que vendía la cosecha y luego recibía el dinero y volvía borracho. Si mi mamá no terminaba una tarea que él le hubiera dejado o, simplemente, si no le tenía la comida caliente cuando llegara, la maltrataba”, recuerda Alexis con tristeza. “Para mí y mis hermanos, siendo apenas niños, era muy duro ver esa realidad”.
Ahora, asociada con otras mujeres de la vereda de La Unión, en la zona de cordillera de Montañita, Alexis sabe que el valor de su trabajo y su saber, y el reconocimiento que merece como mujer van mucho más allá de ser solo apoyo, a la sombra de su compañero. “Ahora me siento más valorada, porque me han servido los conocimientos. Llevo apuntes de cada capacitación que tenemos y con eso puedo hacerle ver a Oswaldo que lo que se aprende en este proyecto sí se puede poner en práctica; que no es ninguna perdedera de tiempo, como él decía al principio”.