Arnoldo Holzmeister es uno de los productores apoyados por Solidaridad para abastecer té bajo el estándar RAS (Red Agricultura Sostenible) de Rain Forest Alliance a la empresa S&D Coffee and Tea. Él, junto a otros 112 productores certificaron 1.275 hectáreas. Esta es su historia.
Arnoldo con su mujer y su hijo menor en su casa.
Arnoldo nació en San Vicente, Misiones, hace 42 años. Su familia, como muchas otras de la región vino de Alemania y de Ucrania a la Argentina a principios del siglo XX buscando un mejor porvenir. Su abuelo vivía en Aristóbulo del Valle, a 50 km de donde vive ahora. Entonces todo era monte, prácticamente había tres casas en todo San Vicente. Empezaron dedicándose al cultivo del tabaco y hace 30 años empezaron a producir té. Luego, hace 15 años, Arnoldo compró su propia chacra, en la que vive junto con su mujer y sus dos hijos, de 11 y 20 años, y continuó la tradición tealera familiar.
A pedido de una de las empresas a las que vendía su té, hace cinco años empezó a trabajar para certificar su producción y, desde entonces no ha dejado de mejorar sus prácticas: orden y limpieza, casilla de agroquímicos, manejo de fitosanitarios, fertilidad, registros. Se lo ve tranquilo, confiado y convencido acerca de los beneficios de un manejo sostenible en su unidad familiar.
Proteger el suelo
Video que describe cómo Solidaridad y S&D apoyan a los productores para mejorar el cuidado del suelo y otras prácticas sostenibles.
Uno de los principales desafíos en Misiones es la protección del suelo. El terreno presenta pendientes pronunciadas y suelen caer entre 2500 y 3000 milímetros de agua anuales en forma de precipitaciones. Esto provoca que, si el suelo está descubierto, la lluvia caiga con fuerza por las pendientes y desprenda la capa superficial del suelo, que es la más rica en materia orgánica. A este fenómeno se le llama erosión hídrica y es el principal responsable de la pérdida de fertilidad del suelo en Misiones.
“Diez centímetros de suelo que se pierden, pueden demorar casi 100 años en recuperarse,” explica Sergio Feversani, uno de los técnicos de Solidaridad que trabajan desde 2010 con los productores de té de la zona.
Cada vez que se le consulta acerca de cuál es el principal cambio a implementar en una chacra para mejorar los rendimientos, Arnoldo es enfático:
“Poner pasturas, cubiertas verdes, en los caminos entre los teales, hace que la erosión no avance”, explica y agrega que “si tenés cubierta verde, al poner fertilizante al té, el fertilizante no se lava cuando llueve.”
Las capacitaciones a las que ha asistido no sólo pasan por adquirir nuevas técnicas o conocimientos, sino también por cambiar hábitos negativos que se van arrastrando de generación en generación.Los primeros inmigrantes europeos que se asentaron en estas tierras movían y roturaban el suelo antes de empezar las labores porque estaban acostumbrados a que la nieve cubriera el suelo unos seis meses al año. Nada más distante de la realidad de los trópicos a los que llegaron. Por ello terminaban dando vuelta la capa de suelo superficial que, en realidad, tenían que proteger.
“No sabían el cuidado que había que darle a la tierra en que estaban”, reconoce Arnaldo, “descuidaban mucho la tierra”. “Por eso hay que sensibilizar sobre las características propias de nuestro suelo, y la importancia de protegerlo para poder convivir los regímenes de lluvia de la región y mantener una buena fertilidad e infiltración” remata Sergio.
Los técnicos de Valmitran, a quien Arnoldo vende sus hojas verdes, utilizan una plataforma de mejora continua desarrollada por Solidaridad para monitorear el progreso en la finca
Junto a la adopción de cubiertas verdes, Arnoldo destaca la posibilidad de realizar análisis de suelo como una de las prácticas que mejores resultados le ha dado. “Eso ayuda mucho a la producción y nos da rendimientos mucho mejores. No es algo que se adopta de un año para el otro, se hace en uno o dos años, pero al tercer año ya se empiezan a ver los resultados, y da muy buenos resultados.”.
Para poder comparar sus resultados y planificar en qué invertir, también empezó a llevar registros de forma más ordenada. “Antes anotaba en un cuaderno no más, pero a partir de la certificación empecé a registrar la diferencia de kilos de año a año con las mejoras que fuimos implementando”.
Durante la zafra, que dura varios meses, los productores pueden hacer hasta cuatro pasadas o «cosechas» de hojas verdes. Al comenzar su proceso de mejora, hace unos cinco años, Arnaldo promediaba las dos toneladas por hectárea, es decir unos 8.000 kilos por hectárea, por zafra completa. Con un buen plan de fertilización y manejo los productores llegan a duplicar sus rendimientos en ese tiempo.
Proteger el bosque
La chacra de Arnoldo está rodeada de árboles y cuenta con una reserva privada por donde corre un arroyo. “Yo ya venía cuidando el tema de los árboles. Siempre me ha gustado cuidar del bosque y los animales”, cuenta mientras nos muestra el arroyo de aguas completamente transparentes.
Otro de los puntos fuertes del trabajo en campo es sensibilizar al productor y acompañarlo para que mantenga y preserve las áreas de monte dentro de su propiedad. Los productores que participan del proyecto, por ejemplo, reúnen 475 hectáreas bajo conservación.
En Misiones se conserva la mayor área contínua que queda del Bosque Atlántico y ésta está en un 84% en manos privadas. La selva presta servicios ecosistémicos fundamentales para agricultura, como la regulación de los regímenes de lluvia, las temperaturas y el mantenimiento de polinizadores e insectos benéficos para el control de plagas.
Cuidarse más
Arnoldo y el grupo de productores con los que participa, también tomaron mayor conciencia del cuidado de su salud al trabajar en el campo y recibieron capacitación en primeros auxilios. “Por ahí tenemos algún familiar o algún productor vecino al que le pasa algún accidente. En las capacitaciones aprendimos cómo salvar a ese productor o, por lo menos, a darle los primeros auxilios hasta que puedan llevarlo a un hospital o a un médico”.
Un futuro sostenible
“Mis hijos siempre estuvieron conmigo y pienso que van a seguir acompañándonos porque yo les estoy enseñando para que despacito vayan viendo cómo hay que hacer las cosas. Para que a futuro, en esta u otra chacra, implementen lo que yo hice. Y a mi nieto le diría que cuide lo que estamos armando porque no es fácil, cuesta mucho armar una chacra más o menos bien organizada. Yo le diría a mi nieto que siga cuidando porque es lo correcto, es lo que hay que hacer”.
Luego, vuelve a mencionar la importancia de que los vecinos vean, porque el vecino es curioso y si ve buenos resultados, se acerca y pregunta.
“Ya tenemos muchos vecinos que copiaron lo que hicimos. Al vecino que está como nosotros estábamos hace cinco años, al que ves que tiene erosión en la tierra, le digo que haga algo porque a futuro sino la plantación se termina, si no se arregla y no se mantiene”.
Arnoldo sostiene que las mejoras que ha hecho han fortalecido su negocio. De hecho, Valmitran, la empresa a la que Arnoldo vende su té, sólo compra té certificado. “Con lo que estamos haciendo, creo que se vende mejor”, concluye sonriendo.
¿Sabías qué?
Según datos de Imaflora, más del 50% del té Argentino es certificado y la tendencia va en aumento, por lo que apoyar a los pequeños productores para certificar es muy importante para que no queden fuera del mercado.