El té argentino tiene como característica diferencial un color rojo intenso, razón por la cuál es demandado internacionalmente como mejorador de blends. Su producción y cosecha tiene un grado de mecanización mayor al del resto de los principales países productores, pero aún así no deja de presentar importantes desafíos técnicos y sociales. Y no menos importante, la región dónde se produce coincide con la mayor área remanente del Bosque Atlántico, un área prioritaria para la conservación.
En la última década, el sector tealero argentino ha tenido un intenso proceso de modernización en términos de calidad de producto y procesos empujado por la presión de su demanda, los mercados externos más exigentes. Esta presión se tradujo en la diseminación extensiva de procesos de certificación que avalan el cumplimiento y permiten el acceso a las cadenas de países y empresas de alto valor.
Dentro de este escenario, los pequeños productores enfrentan grandes desafíos en su adaptación para poder persistir, desarrollarse y tener oportunidades de progreso para sus familias.
Con foco en este sector desde Solidaridad, apoyados por donantes y socios estratégicos, hemos trabajado y aprendido a mejorar las oportunidades de este segmento en la última década. Ha sido un proceso complejo y no exento de algunos intentos fallidos, pero que ha resultado en experiencias exitosas que han logrado perdurar a posteriori de las intervenciones, basadas en un valor real percibido por el productor y la demanda.
Este trabajo resume algunos de los principales hallazgos y resultados en esta relación de trabajo y compañerismo con los diferentes actores involucrados, y a su vez es nuestra plataforma de conocimiento y relaciones para continuar contribuyendo a un futuro sostenible e inclusivo en el sector.
