
El café de Caquetá empieza a revelar su dulzura y cualidades diferenciales que trae con la esencia de la Amazonía colombiana. Gracias a las alianzas construidas entre Solidaridad, Siruma Coffee y la Cooperativa de Caficultores de Caquetá (COOCAFICA), pequeños productores en proceso de mejora en la calidad de su café han llegado a reconocer el sabor del producto de los granos que cuidan cada vez con más técnica.
“Son cafés suaves, dulces; tienen notas aromáticas florales. Algunos cafés de esta región tienen notas a chocolate”, destaca Ximena Gutiérrez, directora de Sostenibilidad de Siruma Coffee, exportadora de cafés especiales. La experta participó en febrero pasado de una mesa comercial y rueda de negocios que reunió a los productores comprometidos en mejorar la calidad de sus cafés. En el evento, que se realizó en Pereira, en alianza con el Comité de Cafeteros y la Cooperativa Departamental de Caficultores de Risaralda (Coopcafer), pusieron a prueba, servido en tazas, el trabajo realizado y los conocimientos adquiridos.
“Nos soñábamos con este evento desde que iniciamos el proyecto”, cuenta por su parte la coordinadora de Proyectos de Café de Solidaridad, Deibi Yuliana López. “La primera vez que yo fui a Florencia, me subí a un taxi y pregunté: ‘¿Dónde queda la zona donde producen café aquí en Caquetá?’ Y el taxista me preguntó si en Caquetá se producía café”.
La pregunta que ha marcado el acompañamiento de Solidaridad desde el inicio ha sido por el sabor y las condiciones propias del café de Caquetá. En todo el departamento no hay un laboratorio especializado para evaluar la calidad del café. “El año pasado, nos dimos cuenta de que en el departamento se estaba comercializando café de mujeres; salieron unos 20.000 kilos”, cuenta Deibi. Esas mujeres no sabían qué tipo de café producían”. De ahí que Solidaridad y sus aliados idearon un concurso donde las mujeres postularan sus cafés y conocieran sus perfiles.


“Cuando mostramos los resultados en el tablero de control, con la transparencia que tiene el proyecto, los productores se van educando en carbono, porque inicialmente desconocen la naturaleza de la captura de los árboles en sus fincas”.
Juan Pablo Giraldo, coordinador de proyectos de Solidaridad.
Café de Caquetá: especial y distinto
La caficultura caqueteña, desconocida a nivel local, tampoco era reconocida en el país a pesar de una historia de 50 años en el cultivo. En su trabajo con los pequeños productores, coincidieron Solidaridad y COOCAFICA hace un poco más de un año. La cooperativa la iniciaron 75 productores en El Doncello, con una carga de café cada uno como aporte. Pero, a pesar de casi 45 años de recorrido, aún no conocían el perfil del café de la región. “Compraban el café solo a partir de una evaluación física, a través del factor de rendimiento”, recuerda la coordinadora de proyectos de Café.
En Caquetá, el café no se destaca por sus volúmenes de producción. Según la línea de base que construyó Solidaridad a su llegada, en la zona se producen alrededor de 40 arrobas por hectárea, menos de la mitad del indicador de producción a nivel nacional. “La apuesta es la producción de un café especial, no solo porque se produce en la puerta de la Amazonía colombiana, no solo porque lo producen mujeres, sino porque puede tener unas condiciones particulares en taza, que con unas leves mejoras en los procesos pueden dar un grado diferencial importante”, resalta Deibi.
El café de Caquetá es especial. Además de las cualidades distintivas de su sabor, está el aporte social de una alternativa económica en una zona impactada por la presencia de grupos armados ilegales que tienen en los cultivos ilícitos una de sus principales fuentes de financiación. Está la oportunidad de reconocer el trabajo de las mujeres rurales y su protagonismo en la agricultura. Es también un producto para hacer las paces con el medio ambiente, ya que, en promedio, las fincas cafeteras en el departamento son bosque en un 40%.

Calidad que mejora en cada prueba
“Cuando nos llegó este proyecto nos alegramos mucho”, cuenta Valentina Duque, gerente de Siruma Coffee. “Sabíamos que podíamos brindar a los productores las herramientas para mejorar y se notó muchísimo. Creo que vamos por buen camino y espero que podamos seguir ayudando”. Siruma se ha consolidado como exportadora de cafés especiales y hace parte del Acuerdo Café, Bosque y Clima, iniciativa en la cadena de valor para actuar contra el cambio climático.
En Manizales, en su laboratorio de calidades de café, Siruma capacitó durante una semana a un grupo de líderes caficultores de San Vicente del Caguán, alrededor de la calidad del café, cultivos, cosecha y secado, entre otros temas. Además de las instalaciones de la empresa, visitaron fincas para conocer de cerca la producción en el Eje Cafetero. “Vinieron acompañados con técnicos de Solidaridad”, cuenta la directora de Sostenibilidad de Siruma, Ximena Gutiérrez. “Hicieron los ejercicios prácticos de catación, de análisis físico y sensorial, y aprendieron sobre la identificación y comercialización de los cafés con una mejor calidad y mayor precio que un café comercial”.
Los caficultores regresaron a sus fincas con una cartilla que resume todas las prácticas que deben tener con su café. Allí comenzaron a replicar lo aprendido en sus comunidades. Siruma ha seguido asesorando a los productores a través del análisis de muestras y entregando recomendaciones a Solidaridad para el trabajo de sus técnicos en territorio.
“Al principio, los caficultores no tenían ni idea de producir café de excelente calidad, o producían un buen café, pero no sabían cómo”, explica Ximena. De las primeras 20 muestras que recibieron para analizar no cumplían estándares en cuanto a humedad, análisis físicos o sensoriales. “Después, de estas mismas 20 muestras a las que se les venía haciendo seguimiento, 3 cumplían. Y al final, en el último ejercicio, identificamos 8 muestras que cumplían los estándares de calidad”.
El análisis técnico de Siruma reveló que se debía mejorar temas clave como la humedad y el almacenamiento. “Le sugerimos a Solidaridad que las organizaciones tuvieran al menos un medidor de humedad para saber en qué punto está su café y en qué rango cumplen con los estándares de calidad”, anota la experta. “Lo positivo es que tienen mucho potencial. Los defectos que hemos encontrado se pueden mejorar”.
El trabajo invisible por el café de Caquetá
Para Antony Díaz, gerente de COOCAFICA, “el café es una esponja que recoge todo alrededor”. Eso implica un desafío para la operación logística en una región con más del 90% de humedad. Solidaridad aportó medidores de humedad para tres de los ocho puntos de compra de la cooperativa en el departamento, así como dos silos de baja capacidad para el secado del café.
Uno de los medidores de humedad fue para el caserío de Norcasia, en zona rural de Florencia, donde el año pasado la cooperativa compró alrededor de 70.000 kilos de café pergamino seco. Otro, se puso en servicio en el corregimiento Santana Ramos, que pertenece al municipio de Puerto Rico, pero está más relacionado con el municipio de Algeciras, del vecino departamento del Huila, a través de una trocha que es la vía de acceso más posible. Allí, la cooperativa compró 75.000 kilos de café en 2024, triplicando la cifra del año anterior.
El tercero de los medidores se destinó a Remolino Alto Orteguaza, centro poblado del corregimiento El Danubio, de Florencia. Allí, la cooperativa compró 110.000 kilos de café pergamino seco el año pasado. Con el equipo se puso fin a las pérdidas entre 45 y 55 pesos por cada kilo de café que resultaba rechazado en Almacafé, la gestora de compras de la Federación Nacional de Cafeteros, por temas de humedad. “Había que mover ese café a un sitio donde se pudiera terminar de secar, volverlo a empacar en los costales y el agente de compras tenía que quedarse dos o tres días especialmente para entregarlo”, cuenta el gerente de COOCAFICA.
Además de Solidaridad, Siruma y COOCAFICA, otras organizaciones se han sumado al trabajo por hacer visible el café de Caquetá en el contexto nacional. Propietarios de tiendas de especialidad, catadores, baristas de la zona centro del país y asociaciones están en esta red de aliados que incluye nombres como Asocafé Tatama —de El Santuario, Risaralda—, Coopcafer, Aroma y Sabor, Famosta, El Barista y Coffee Barn.
“Pienso que lo principal que se ha logrado está en compartir la intención de seguir trabajando por todos los caficultores del departamento”, dice el gerente de COOCAFICA. La cooperativa ha llegado a tener una base consolidada de 300 productores asociados. Este año iniciaron con cerca de 500 asociados. Antony Díaz calcula que hay alrededor de 3.000 productores de café en todo el Caquetá. Aunque reconoce que aún queda un largo camino en los aspectos técnicos para la consolidación de atributos que destaquen. Su objetivo es que su existencia y su trabajo se reconozcan cada vez más en el país; un propósito en el que ha sido muy importante el encuentro con Solidaridad. “Hemos logrado ponernos en el mapa o en el radar de territorios cafeteros, por lo menos en algunos departamentos de Colombia”.