«Los programas que sean desarrollados en el futuro necesitan saldar la distancia entre las decisiones del sector público a nivel federal y de estado y su implementación a nivel local. Lo mismo sucede con las diferencias entre las políticas de sostenibilidad a nivel central de las empresas y su traducción a nivel local. Para mejorar el uso sostenible de la tierra es fundamental establecer metas claras y aumentar las sinergias entre los programas públicos, privados y la sociedad civil. El reconocimiento por parte de los mercados internos e incentivos comerciales claros para los productores locales son esenciales para viabilizar la gestión económica del paisaje.»
Estos son algunos de los aprendizajes que Solidaridad y IDH extrajeron de sus siete proyectos en Paraguay y en los estados de Mato Grosso y Bahía, en Brasil. Ambas organizaciones pilotearon en conjunto un abordaje en que productores, gobiernos locales y la sociedad civil de una región se unen para elaborar modelos de uso de la tierra sostenibles para acabar con la deforestación ilegal.
Otros aprendizajes
Otro de los aprendizajes importantes de estos proyectos es que la gestión del uso de la tierra no debería estar limitada a los cultivos comerciales. Las áreas de producción de ganadería y soja a gran escala necesitan diversificar su producción con fines de subsistencia y consumo local, ya que actualmente una gran parte de los alimentos proviene de otros estados. Al estimular la inversión para la producción local de alimentos por partes de pequeños y medianos productores, la calidad de vida en la región y la resiliencia a la volatilidad de los precios pueden ser mejorados.
El trabajo en el Mato Grosso
Daan Wensing, director de Paisajes Sostenibles de IDH: «Junto con el gobierno de Mato Grosso pretendemos construir un programa para Producir, Conservar e Incluir (PCI). La estrategia básica es intensificar la ganadería para liberar tierras para la producción responsable de soja y alimentos. Eso permitiría aumentar la producción mientras se detiene la deforestación ilegal. Un pre-requisito para el éxito de este tipo de enfoque es que todo los usuarios de la tierra estén involucrados en el proceso, -enfoque que ha sido probado por primera vez en estos proyectos piloto de la tercera fase del Soy Fast Track Fund y sobre el que hemos construido nuestro abordaje regional-. Creo que los resultados en términos de protección y restauración son prometedores, pero en especial creo que el número de productores rurales que participaron completando su registro legal, demuestra que el programa ha logrado brindar incentivos para los usuarios locales de la tierra. Asimismo, también vimos que existe una brecha entre la formulación y la implementación de las políticas a nivel federal y municipal. En relación a esto, hemos firmado recientemente un acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente de Mato Grosso (SEMA) para acelerar la validación del CAR en hotspot de deforestación. También estamos trabajando con el Programa Municipios Sostenibles (PMS) para regular la tenencia de tierras en esas mismas tierras».
El abordaje territorial
Joyce Brandão, gerente de programas de cadenas de producción sostenible de Solidaridad en Brasil:
«Los esfuerzos de la fase III del SFTF buscaron crear condiciones para que diferentes cadenas de valor, actores sociales, gobiernos, tanto locales como a nivel de Estado, y hasta mismo federales, trabajen juntos para mejorar el desempeño socio ambiental en un territorio, lo cual tiene incidencia en las cadenas productivas a nivel global. El abordaje territorial emerge globalmente como una demanda para enraizar la acción social de las empresas procesadoras y consumidoras finales de soja. Eso significa poder trasladar las decisiones tomadas globalmente a una escala local, donde esas decisiones interactúen con las demandas de esos territorios.”
“Luego de dos años tenemos la certeza de que cuanto más complejas son las relaciones, sea a nivel de producción y consumo, sea a nivel de aspectos legales o incluso culturales, se vuelve fundamental integrar intereses intersectoriales, desarrollar mecanismos de diálogo, transparencia e innovación tanto en los territorios como en las cadenas productivas globales, como la soja. Todavía hay mucho que probar, discutir y revisar globalmente cuando se habla de producción, consumo y sostenibilidad. Esperamos que estas experiencias puedan contribuir a este debate que es tan importante y urgente».
La implementación de los proyectos
Los proyectos fueron implementados por socios locales como Abiove, ADM, Earth Innovation Institute, Instituto do Agricultores e Irrigantes de Bahia (AIBA), Instituto Centro da Vida (ICV), Instituto Pesquisa Ambiental da Amazônia (IPAM), Instituto Socioambiental (ISA) y The Nature Conservancy (TNC). Estos diferentes actores fueron reunidos para elaborar planes de acción; se realizaron estudios sobre, por ejemplo, titulación de tierras, planificación geoespacial, oportunidades de mercado para agricultores familiares y restauración de bosques; esto último para garantizar la conectividad de paisajes y corredores de biodiversidad. Entre los resultados del SFTF fase III, se consiguió colocar 700 mil hectáreas bajo un manejo sostenible del suelo, se capacitaron 500 productores y se realizaron 225 registros en el CAR. Además, se crearon grupos de trabajo multilaterales interesados en planificar estratégicamente la protección y la restauración de bosques en las regiones, así como en realizar dos plataformas de monitoreo de la deforestación y otros riesgos en las áreas de originación de soja y ganadería.