Gran cantidad del café que se siembra en Colombia está en la pendiente de las montañas de los Andes y los caficultores suelen darse cuenta de la importancia de cuidar el suelo sólo hasta después de eventos adversos.
Finca cafetera El Jazmín en Risaralda Colombia luego de un deslizamiento.
A propósito del día internacional del suelo, vamos a contar una historia que se repite en muchas fincas de Colombia.
En el año 2011, Julian Murillo se decidió por comprar su finca en Risaralda. Estaba situada entre las montañas y tenía una vista hermosa, aunque en el momento de adquirirla lo único que tenía sembrado era pasto por lo que decidió invertir su dinero y esfuerzo en convertirla en una finca productiva. Tenía café, plátano, animales… Era su hogar, su proyecto de vida y el de su familia. En Octubre del 2016, Julian estaba próximo a recoger el café de su cultivo cuando, una noche, sin que lo notara, dos deslizamientos se llevaron 7.600 m² de tierra y con ellos 5.000 plantas de café, 60 plantas de plátano, 7 árboles maderables y 3.000 plantas de café que estaban listas para ser sembradas.
Al ver la magnitud del deslizamiento, el caficultor quedó sin palabras y durante la visita que le hizo el equipo de Solidaridad para registrar su caso, afirmó que sumados los dos deslizamientos, equivalían casi a la totalidad de una finca pequeña de su vereda.
Observando con resignación lo que consideraba dos grandes cicatrices en medio de la finca, explicó que uno de los dos lotes afectados era prácticamente irrecuperable, porque el deslizamiento había dejado al descubierto la capa de roca. Sin embargo Julian tuvo suerte; una de las fincas aledañas no sólo perdió cultivos, dinero y esfuerzo sino también las vidas de algunos de sus habitantes.
El estado de los suelos
Actualmente menos del 25% del suelo, a nivel mundial, está libre de problemas de degradación y se estima que para 2050 esta cifra bajará a menos del 10% según la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES).
En Colombia, el 40%, es decir 45.377.070 ha del territorio presentan algún grado de erosión. Las cuencas del Cauca y Magdalena, donde se ubica la mayor área en café en el país, presentan más del 54% del área en erosión calificada entre severa y muy severa por el IDEAM.
Los problemas de pérdida de suelo en la zona cafetera colombiana ocurren de forma silenciosa y despiertan preocupación e interés por su impacto negativo en la productividad y sostenibilidad del cultivo. Además, en la mayoría de los casos, el caficultor carece de información para valorar y poder hacer frente a esta problemática.
¿Qué tan serio es el problema?
En un estudio de caso del equipo de café de Solidaridad en Colombia, que se encuentra en construcción, se abordaron 17 casos de deslizamientos producto de la erosión severa en los departamentos de Risaralda, Caldas y Cauca. Entre los resultados más impactantes, el equipo encontró que las fincas pequeñas presentaron el mayor porcentaje de área afectada por erosión con pérdidas hasta del 52% del área total del terreno. Adicionalmente, estas fincas presentaron el mayor valor de pérdidas económicas al momento del evento erosivo que en promedio suma $128.300.000 COP.
Estos resultados, sugieren que es urgente activar las alarmas alrededor de prácticas de prevención y control sobre los problemas del suelo.
Nuestro “granito de tierra”
Asistentes a uno de los Días de campo organizados por Solidaridad y PCS en la actividad «La fábrica de suelo»
Desde Solidaridad consideramos que los problemas relacionados con la pérdida de suelo operan de manera silenciosa y en la mayoría de los casos son invisibles ante los ojos del caficultor. Por ello, creemos que hoy, día mundial del suelo, es importante resaltar que los esfuerzos del acompañamiento técnico deben estar centrados en la promoción de prácticas preventivas de conservación de suelos de bajo y mediano costo como el control integrado de arvenses, las coberturas, la aplicación de abonos verdes, materia orgánica, el uso de sistemas agroforestales, entre otras, dado que están al alcance de las posibilidades de los pequeños caficultores.
Lo anterior es clave debido a que las prácticas de control que se aplican, en su mayoría, sobre eventos extremos de erosión, implican altos costos para los caficultores como por ejemplo la bioingenería y se salen de las posibilidades económicas de muchos.
Precisamente por ello, algunas de las actividades más representativas de nuestros talleres y Días de campo con caficultores colombianos giran en torno al suelo, su “fabricación” y las prácticas de cuidado que se pueden implementar para evitar desastres como el de Julian y el de tantos caficultores más que han tenido que enfrentar grandes pérdidas por esta problemática aparentemente invisible.