El día viernes se presentaron los hallazgos de un estudio de situación sobre el estado de la producción silvopastoril a pequeña escala en zonas amarillas.
Panorámica de una porción de bosque chaqueño
La Ley n.° 26331, conocida también como “Ley de Bosques”, obliga a todas las provincias a categorizar sus bosques nativos (ordenamiento territorial) según su valor de conservación. Existen tres categorías: zonas verdes de bajo valor de conservación, zonas amarillas de mediano valor y zonas rojas de alto valor. En el caso de las zonas amarillas, que ocupan la principal extensión del país, no está permitido el desmonte, pero sí un aprovechamiento económico sostenible. La incógnita en muchos casos es cómo llevar esto a la práctica de una forma económicamente viable para el productor de pequeña escala.
Desde la sanción de la Ley de Bosques en 2007 se han probado distintas salidas económicas para la inclusión del pequeño productor basadas en una explotación sostenible del bosque, incluyendo la harina de algarroba, la quinoa y la miel. Sin embargo, la actividad tradicional y más importante de los pequeños productores en el parque chaqueño es la ganadería, lo que hace indispensable encontrar soluciones para hacerla sostenible en el mediano y largo plazo.
Como parte de un proceso de colaboración multisectorial que Solidaridad facilita desde 2018 para fortalecer la aplicación de la Ley de bosques en Salta, se convocó a la Asociación Civil Unión y Progreso en 2020 para pilotar modelos de producción silvopastoril que sean sostenibles económicamente y puedan escalarse en zonas amarillas.
Miembros de la Asociación Unión y Progreso en la presentación de los resultados del análisis.
La Asociación está compuesta por productores con hasta 50 cabezas de ganado vacuno en promedio, que habitan en Coronel Juan Solá, una zona de frontera agrícola en el corazón del Chaco Salteño. Los pilotos se están llevando a cabo con 37 familias que suman 15.808 hectáreas de monte nativo con presencia de algarrobos, duraznillos, mistoles, palo santo, quebracho y chañar. Allí, los productores suelen avistar conejos, corzuelas y jabalíes -que suelen cazar-, y en menor medida zorros, vizcachas, quirquinchos, pumas, y charatas.
El grupo cuenta con unas 2.200 cabezas de ganado bovino para renta y 2.600 de caprinos de subsistencia, que pastan sueltos en el monte agravando la degradación del ecosistema durante los meses de sequía. Más del 80% no cuenta con asistencia veterinaria o cerco perimetral, y su acceso al agua es limitado. Asimismo, la venta de los animales se realiza en el mercado informal, donde el productor no obtiene más de 80 ARS -menos de un dólar americano- por kilogramo de ternero vivo, muy por debajo del mercado (por encima de los dos dólares).
Como primer paso para el diseño de los pilotos, un ingeniero agrónomo y un veterinario realizaron el año pasado una evaluación del impacto ambiental de la actividad ganadera, y un análisis del estado de salud y genética del rodeo. Desde lo ambiental se confirmó la degradación del ecosistema manejado por estos productores con pérdida de especies de flora y fauna, y una pobre cobertura de suelo y materia orgánica.
Desde lo productivo uno de los principales hallazgos fue la presencia de enfermedades reproductivas asociadas a falta de planes y controles sanitarios en la zona que afectan sustancialmente la productividad. Este es un dato clave para el diseño de un plan de manejo mejorado que brinde solución a este problema estructural. La eficiencia de producción de terneros por vaca en estos productores es cercana al 30% (un ternero por vaca cada tres años), cuando en un productor de mayor escala, con un manejo técnico razonable, se encuentra por encima del 75 %.
Entre las actividades acordadas con los productores para mejorar esta situación sanitaria pueden mencionarse una propuesta de campaña de vacunación, la construcción de reservas forrajeras para una mejor nutrición, y de pozos de agua para consumo. Además, se está capacitando a los productores para que puedan reconocer qué animales ya no son productivos y retirarlos del rodeo, de modo que inviertan de forma más eficiente y disminuyan la presión sobre el bosque. En paralelo, se construirán potreros para fomentar un pastoreo rotacional que proteja el suelo, y se analizará qué carga animal por hectárea es sostenible para la conservación del bosque.
Dado que la Asociación coordina la mesa de organizaciones de la ruta 81, que llega hasta la provincia de Formosa, si estas soluciones resultan exitosas el potencial de replicación del modelo podría alcanzar a otros 2.000 productores de ganado mayor y menor en condiciones similares.