En general, se percibe que en la cadena de valor mundial del café los países industrializados obtienen los beneficios, a expensas de problemas ambientales y sociales en los países productores.
Persiste un marcado contraste entre los márgenes obtenidos por las personas productoras en los países en desarrollo y los gigantes multinacionales de alimentos y fondos de inversión en los Estados Unidos y la Unión Europea, quienes esperan sacar provecho de la creciente demanda en la próxima década.
A medida que se consolida la industria mundial del café, se reducen los costos a fin de optimizar las ganancias, lo que causa una presión adicional a la baja en la cadena de valor, la cual, es sentida más fuertemente por las y los productores y sus fincas. Se avecinan problemas en el sector. Una amplia variedad de asuntos complejos y sistémicos, ambientales, sociales y económicos, ponen en peligro el futuro de la producción de café.
La volatilidad de los precios, el cambio climático y los recurrentes brotes de plagas y enfermedades amenazan al suministro global de café de buena calidad que va estructuralmente en aumento, a la vez que se espera un aumento en el consumo, y, por lo tanto, en la demanda.
En esta nueva edición del Barómetro del café, señalamos algunos enormes vacíos en nuestro conocimiento colectivo que deben ser abordados urgentemente. Por ejemplo, desde el 2010 la producción de café ha aumentado en más de un 20% (más de 26 millones de sacos), pero desconocemos la cantidad de bosques que han sido convertidos en zonas agrícolas destinadas a la producción de café. Además, se presume que entre 20 y 25 millones de personas producen el 70% del café a nivel global, estimación que no ha sido cuestionada en los últimos 15 años. Por lo tanto, la cosecha de café depende de millones de agricultores y agricultoras, quienes conforman un importante, pero invisible, grupo de actores interesados, quienes todavía no tienen una voz en las discusiones sobre un sector cafetero sostenible.
Pero el crecimiento del sector de café especial conduce a iniciativas de abastecimiento más directas. Si se ejecutan correctamente, estas pueden promover la trazabilidad y la calidad del café, y proporcionar una respuesta gestionada a algunos desafíos de sostenibilidad.
¡Buena lectura!