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Así se cultiva el nuevo café de Colombia

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En un mundo cambiante en el que las condiciones ambientales son cada vez más extremas, los países deben tomar acciones contundentes para hacerle frente a estas nuevas circunstancias que favorecen, no sólo el aumento de la temperatura media del planeta, sino la aparición de enfermedades, plagas, escasez de agua y otros fenómenos que ponen en riesgo sus economías. Este es el caso de uno de los productos más apreciados por los colombianos y más apetecidos en el mundo, el café.

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Mistrató Risaralda. Municipio del Programa «Café del Futuro».

Después del agua, el café es la segunda bebida más consumida en el mundo. Esta destacable condición ha incrementado su producción año tras año, ejerciendo presión sobre los recursos naturales asociados al cultivo y sobre la producción misma.

La variedad arábica, que se cultiva en Colombia, es responsable del sabor característico del café del país, pero se enfrenta a un alto riesgo por su altísima sensibilidad a cambios en el clima. Por otro lado, la volatilidad del precio del café también presiona socialmente a los cultivadores, quienes han tenido que sobrevivir a épocas produciendo bajo pérdida.

Por estas razones, no es de extrañar que no solo los productores, sino también los consumidores, quieran emprender acciones para preservar las condiciones privilegiadas que hacen del café de Colombia uno de los de mejor calidad del mundo.

Con esos factores en la ecuación, Solidaridad ha desarrollado, con el apoyo de la Agencia de Cooperación Internacional de Noruega, el programa “Café del Futuro”, para hacer del café de Colombia, un café climáticamente inteligente a través de prácticas encaminadas a la resiliencia, adaptación y mitigación ante los impactos del cambio climático.

Esta es la historia de cómo se cultiva el nuevo café de Colombia

De la tierra al cielo

Las prácticas asociadas a la conservación, manejo y recuperación de suelos, así como la implementación de barreras vivas y la siembra de árboles de sombrío que además contribuyan a la captura de nitrógeno en la atmósfera, son algunas de las acciones que Solidaridad adelanta en Risaralda y Cauca.

Los caficultores de estos departamentos han sembrado más de 30 mil árboles en sus fincas entre 2019 y 2020, apostándole a la adaptación frente al cambio climático, mejorando el suelo, el paisaj,e y generando insumos aprovechables en el caso de árboles frutales. Esto significa un impacto positivo directo del acompañamiento a más de 1.500 caficultores.

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Que no falte la comida

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Diversificación de alimentos en la finca.

Garantizar la sostenibilidad del café que consume el mundo, implica también garantizar calidad de vida de quienes lo producen. En este aspecto, otros de los ejes de la nueva forma de cultivar es asegurar que los caficultores y sus familias tengan que comer, tanto en tiempos de abundancia como de escasez, accediendo a alimentos cultivados directamente en las fincas, sin tener que comprarlos. Esta sencilla pero efectiva práctica le permite al caficultor tener unas finanzas organizadas, comer de lo que siembra y, si tiene excedentes, vender o intercambiar con su comunidad.

Esta clase de actividades, además, genera en los vecinos el estímulo de aprender del otro, y mejorar para que toda la comunidad avance en grupo: “si a mi vecino le va bien, a mi me va bien, le va bien a todos los caficultores del país” asegura Héctor Fabio Aricapa, técnico de campo, que forma parte de los siete profesionales de Solidaridad que trabajan en la promoción, fomento y acompañamiento de nuevas y mejores prácticas agrícolas en el sector cafetero.

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Un tradición que se hereda

La transición generacional es otro de los elementos clave en la sostenibilidad del cultivo del café. Con las migraciones del campo a la ciudad, la volatilidad de los precios y el paso de los años, mantener la tradición cafetera representa un desafío cada vez mayor.

Para hacer frente a esta situación, Solidaridad también implementa acciones encaminadas a fortalecer lazos de las familias con la tierra desde la música, el arte y la danza, en las que se rescata la tradición cafetera y se genera tejido social. Este empalme generacional no sólo une padres con hijos, sino también a sobrinos y otros familiares que quieran mantener esa tradición cuando los mayores falten.

“Muchos de los jóvenes caficultores que hacen parte directa del programa «Café del Futuro», asumen el rol de promotores o líderes dentro de sus comunidades, dinamizando procesos orientados al trabajo en equipo, promoviendo buenas prácticas y llevando un mensaje de cambio y adopción a otros caficultores”, explica Juan Manuel Cornejo, uno de los coordinadores del proyectos de café en Colombia.

Este grupo de nuevos cafeteros también se prepara anticipadamente a través de una escuela de emprendimiento de jóvenes caficultores, que Solidaridad gestiona con el apoyo de Nescafé. Allí nacen, tanto innovaciones para el proceso productivo, como ideas de nuevos negocios más allá del cultivo mismo para que las nuevas generaciones caminen hacia el café del futuro.

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Movilidad social a través de la educación

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Uso de herramientas digitales.

Otro factor importante en el cultivo del nuevo café de Colombia es la profesionalización de la actividad cafetera. Solidaridad promueve el trabajo con jóvenes de la región, fomentando la permanencia en la educación formal y llevando oferta de educación para el trabajo, y apoyo a emprendimientos a través de la plataforma educativa gratuita con énfasis en café más grande de Colombia: agrolearning.

Estas actividades y esta plataforma han permitido brindar educación a más de 4.800 personas. Los cursos brindan herramientas para planificar en el largo plazo, administrar adecuadamente las finanzas de la finca, convertir el cultivo en una empresa familiar, enlazar emprendimientos asociados al cultivo, y aplicar técnicas de cuidados ambientales y de la producción. Tanto el productor y su familia, como organizaciones y cooperativas, y todo aquel que quiera acceder a educación agrícola, puede aprovecharlos.

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La gerencia del negocio en manos de las mujeres

Mujeres AMCECAFÉ La Celia Risaralda.

Mujeres AMCECAFÉ La Celia Risaralda.

El empoderamiento femenino y la equidad de género son factores que hacen parte del nuevo café de Colombia. El papel de la mujer en el cultivo, migra de un rol de trabajo atomizado a un liderazgo del negocio mismo. Solidaridad promueve la asociatividad de las mujeres y que la mujer asuma la gerencia del negocio familiar, compartiendo la administración de la economía y la planificación con su pareja, para que todos los miembros del hogar tengan voz y voto.

“Dentro del programa «Café del Futuro», la mujer juega un papel fundamental como eje dinamizador. En el departamento de Risaralda tenemos grupos de trabajo colaborativo, como es el caso de las mujeres de AMCECAFÉ y las mujeres de la vereda La Polonia en el municipio de La Celia. Con ellas trabajamos fondos rotatorios, fertilización eficiente y otras prácticas climáticamente inteligentes”, agrega Juan Manuel.

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Se mide, se corrige y se avanza

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Parte del equipo colombiano de café de Solidaridad

El programa «Café del Futuro» realizó, al inicio del mismo, una medición de línea de base que le permita tener trazabilidad y medición de su impacto en el mediano y largo plazo; este proceso ha permitido a los líderes del proyecto aprender lecciones valiosas, corregir el rumbo cuando es necesario y continuar el camino sin detenerse.

En Colombia hay unos 500.000 caficultores que, con sus familias, trabajan en soluciones inteligentes que se puedan especificar, medir, superar, que tengan impacto real y que sean medibles en el tiempo.

El futuro del café de Colombia no solo está en las manos de los caficultores, sino en la de todas y cada una de las personas que inician su día con una taza de café, quienes pueden promover un consumo responsable, apoyar emprendimientos, pagar un precio justo y mantener el orgullo de haber nacido en la tierra del café del futuro.

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Carlos Isaza

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