En 2017, Solidaridad comenzó la implementación de Chaco Sustentable, un proyecto de gobernanza de paisajes para mejorar la resiliencia de las comunidades locales a sequías prolongadas en el Chaco Central. Hoy, los primeros resultados ya son visibles en la cosecha de vegetales y sésamo, que han incrementado la seguridad alimentaria y la generación de renta en dos comunidades indígenas de Teniente Primero Irala Fernández. En el Día Mundial de los Pueblos Indígenas, queremos echar luz sobre la necesidad de escuchar e incluir sus voces para garantizar que las soluciones que se desarrollan en territorio sean sostenibles y lleven a una cambio significativo en su calidad de vida.
VIVIR SIN AGUA
El Chaco Central es una tierra fértil, que aún no ha sufrido la sobre-explotación de otras regiones, y que alberga una porción del bosque seco más grande de Sudamérica. Pero es una tierra en donde no llueve por hasta siete meses al año.
El suelo resquebrajado y sin pasturas, los tajamares casi vacíos, y el ganado agolpado bajo la copa de los algarrobos escapando del sol abrasador, son parte del paisaje entre junio y diciembre. La baja densidad de población es reflejo de las duras condiciones con la que su gente convive a diario y una de las razones por las que, muchas veces, la ayuda del Estado no llega.
El Chaco es también el hogar de muchos pueblos originarios del Paraguay.
En el Estribo, una de las comunidades indígenas del municipio de Teniente Primero Manuel Irala Fernández, los hombres se dedican principalmente a la agricultura, la apicultura y, en menor medida, a la ganadería. Pero durante la temporada seca es imposible cultivar nada y la comunidad recurre al bosque para sustentarse. Al medio día, las mujeres salen al monte a buscar frutas silvestres, o a las aguadas en busca de peces; algo que la naturaleza les dé para alimentar a sus familias. Y, por la tarde, caminan dos kilómetros para buscar agua, que traen en baldes sobre sus cabezas.
“Del bosque consumimos el fruto del algarrobo con el cual elaboramos harina y jugos para los niños. También traemos miel, ciertas plantas medicinales y una planta que nos permite elaborar artesanías como carteras, cintos, collares”, explica en guaraní Felicita Villalba, Presidente de la Organización de Mujeres Mismo Indígena (OMMI) de El Estribo. Felicita es partera y promotora de salud y nutrición, con sus conocimientos de medicina natural palian en parte la falta de doctores dentro de la comunidad.
“Este bosque aquí es muy importante para nosotros, muchos alimentos nos brinda, y sin él de a poco nosotros también desapareceríamos”, concluye Felicita.
DIÁLOGO INCLUSIVO
A pesar de estar habituados a esta realidad, hace cuatro o cinco años que El Estribo no sufría de una sequía tan severa como la que se extendió entre junio y diciembre del 2017.
En el marco del proyecto “Chaco Sustentable”, Solidaridad conformó en 2017 un Cuerpo de Gobernanza junto a autoridades del Municipio de Teniente Primero Irala Fernández y de la Gobernación de Presidente Hayes para diseñar políticas de alivio e implementar soluciones productivas a las sequías.
Para que la planificación fuera inclusiva y contemplara las necesidades y aportes de todos los actores presentes en el territorio, se incluyó en la plataforma a tres cooperativas, un comité de pequeños productores lecheros, y dos comunidades indígenas: El Estribo y Diez Leguas.
Esteban Galeano -representante de El Estribo dentro de la Organización Mismo Indígena (OMI), una de las 12 asociaciones que constituye la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas-, señala la importancia de esta instancia de diálogo:
“Nosotros estamos en la comunidad hace ya 32 años, y desde su fundación en el año ‘85 hemos tratado de trabajar con las gobernaciones y el INDI (Instituto Paraguayo del Indígena), pero no hemos recibido muchas soluciones con respecto a las necesidades específicas de la comunidad. En este proyecto ahora se está trabajando en convenio con la municipalidad, la gobernación y cada mes hacemos reuniones buscando los medios y maneras en que podemos ayudar a mejorar la situación en la comunidad.”
A futuro, los líderes de la comunidad aspiran a que sus jóvenes tengan un rol más activo y una mayor representación en el municipio:
“Ahora mismo se está trabajando para que en un futuro cercano pueda haber opciones de candidatos indígenas que nos representen en silla de autoridad. Actualmente en la comunidad ya tenemos muchos jóvenes con estudio y experiencia. Ya tenemos doctores, abogados, y esto se logró por medio de la ayuda de instituciones privadas que permitieron que nuestros hijos e hijas lleguen a culminar sus estudios”, menciona Felicita.
“Algo muy importante es que nosotros mismos como padres podamos inculcar a nuestros hijos el amor al estudio y verlo como una forma de desarrollo personal y comunitario. Esa enseñanza es la que todos los días procuro darle a mis hijos, animándoles a que se esfuercen por ser mejores y que, por medio de ellos, puedan llegar mejores tiempos para la comunidad.”
En este marco, este año comenzaron los entrenamientos para formar técnicos locales que brinden servicios de extensión agrícola. Gerardo Galeano, fue uno de los representantes de comunidades indígenas en participar de los mismos:
[video:https://youtu.be/jg07b3eZRgA]AGRICULTURA RESILIENTE A LAS SEQUÍAS
Las actividades que están siendo implementadas con las comunidades indígenas buscan instalar un modelo agrícola climáticamente inteligente que garantice la seguridad alimentaria y, a la vez, brinde una fuente de ingresos para la comunidad. El mismo se basa en:
- instalar huertas escolares,
- instalar cultivos para autoconsumo,
- sembrar sésamo como fuente de ingreso,.
- y mejorar la captura de agua de lluvia para abastecer a las familias.
Aprovechando la red de escuelas de El Estribo y Diez Leguas, se instalaron ocho huertas escolares con sistemas de riego por goteo para evitar el uso excesivo de agua. Las huertas proveen verduras frescas de producción orgánica que complementan las viandas de almuerzo y merienda que los niños reciben en la escuela, contribuyendo minerales y nutrientes a sus dietas. El mes pasado comenzaron las capacitaciones a los alumnos, para que ellos mismos puedan atender las huertas mientras están en la escuela.
Carlos Florentín, Coordinador de campo de Chaco Sustentable explica cómo las huertas brindan la oportunidad de iniciar un efecto multiplicador positivo:
“Los niños aprenden a preparar el suelo, sembrar, realizar podas y cosechar. Además, aprenden sobre las propiedades nutricionales de lo que cosechan para que conozcan haciendo y crezcan sabiendo. Así pueden llevar a sus casas, no sólo el excedente de las huertas, sino el conocimiento para iniciar las propias”.
Por otro lado, entre diciembre de 2017 y enero de 2018 se sembraron alrededor de 300 hectáreas de sésamo con maquinaria prestada por la gobernación. Aunque a raíz de las inundaciones de marzo se perdió un 30% de lo sembrado, entre mayo y junio se lograron cosecharon 63.418 kilogramos de sésamo.
El proyecto facilitó también el contacto con Shirosawa, una empresa nikkei dedicada a la exportación de sésamo para el mercado japonés. Carlos también señala la importancia de este contacto:
“Es la primera vez que los líderes de las comunidades negociaron el precio de su producción sin intermediarios con una empresa”.
De los ingresos de la ventas, que ascendieron a 401 millones de guaraníes en el caso de El Estribo (alrededor de USD 71.000), ya se reservaron 3 millones como aporte solidario para la próxima siembra que empezará en diciembre de este año. El resto se repartió para comprar víveres para el invierno y ropa entre 263 productores y sus respectivas familias.
En las huertas de cultivos de consumo familiar se contó con una amplia producción de batata, poroto, maíz y zapallo, entre otros. Esto, además de garantizar la seguridad alimentaria de las familias, sirvió de igual manera como una alternativa de renta.
El 12 de junio se organizó frente al predio de la Municipalidad, la primera feria de comunidades indígenas del Chaco Central, donde las comunidades pudieron vender los excedentes de esta cosecha junto con artesanías realizadas por la Comunidades.
PRÓXIMO PASO: MEJORAR LA CAPTURA DE AGUA
Además de la próxima siembra de 500 has nuevas de sésamo y 140 has de cultivos para el consumo familiar, el proyecto inició en julio la construcción de dos tajamares o reservorios de agua de 18.000 m3 cada uno. Los mismos están siendo emplazados en sitios con buena disponibilidad de arcilla en el suelo para impedir filtraciones. Asimismo contarán con un cerco perimetral de alambre tejido para evitar la entrada de animales.
“En el Chaco casi todo el año vivimos una situación de total sequía”, relata Esteban. El Estribo cuenta con un solo tajamar grande y un camión cisterna de la municipalidad que transporta agua del tajamar al aljibe comunitario. “Para bañarse o lavar la ropa sólo tenemos agua sucia porque no tenemos de dónde traer agua limpia y debemos racionalizar el uso de la poca agua que tenemos.”
Felicita agrega: “El tema del tajamar es un problema grande para la comunidad ya que el que tenemos ahora tiene ya 35 años. Se llenó de tierra, ya no es profundo como debería ser y es la causa principal de las enfermedades.”
Los tajamares proveerán a las diez aldeas un reservorio de agua de emergencia, en caso que la próxima temporada seca se exceda más de lo previsto.
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