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Coordinación regional para una soja libre de deforestación

Solidaridad participa en dos proyectos financiados por el Land Innovation Fund para promover alternativas de producción que eviten conversión de áreas de vegetación nativa en el Cerrado y el Gran Chaco.

El Land Innovation Fund for Sustainable Livelihoods (LIF) es un fondo de US$30 millones, financiado por Cargill y administrado por Chemonics International, cuyo propósito es contribuir a que la cadena de suministro de la soja esté libre de deforestación. Para esto, busca acelerar el desarrollo y la implementación de opciones de producción innovadoras y económicamente viables como alternativa a la conversión de áreas de alto valor de conservación en los biomas de la Amazonia, el Cerrado y el Gran Chaco.

Solidaridad está colaborando en el programa con un proyecto en el Cerrado de Brasil, y un proyecto en el Gran Chaco, que suma esfuerzos desde Argentina, Bolivia y Paraguay.

gran chaco paisaje soja

Imagen de campos de soja en el Chaco. Foto: Solidaridad

El Chaco fue escogido como foco del programa debido a la creciente presión que el cultivo de soja está ejerciendo sobre sus bosques, que ya perdieron 29 mil kilómetros cuadrados entre 2010 y 2018, y otros 142 mil entre 1985 y 2013, según datos de la NASA. Como parte de su proyecto en Gran Chaco, LIF apoyará tres plataformas para que trabajen de forma coordinada para construir una agenda regional integral para la producción sostenible de soja.

Dos de estas plataformas ya se encuentran en funcionamiento en Argentina y Bolivia, y son actualmente facilitadas por Solidaridad. Trabajan en mejorar los marcos legales que rigen la planificación del uso de los recursos productivos y naturales a nivel territorial en áreas de expansión de la soja.

“La articulación y el diálogo intersectorial ya han demostrado ser eficaces identificando herramientas y brindando dirección y asistencia, que redundan en una mejor gestión a nivel de paisaje y de finca”, explica Alex Ehrenhaus, gerente de Solidaridad a cargo de los proyectos en Argentina y Bolivia, donde se está desarrollando una propuesta de marco normativo medioambiental específico para el sector agrícola.

En el caso de Paraguay, se facilitará la creación de una mesa de diálogo con distintas organizaciones de productores presentes en la región occidental (Chaco), que se ha vuelto muy atractiva al presentar suelos muy ricos para la producción agrícola.

“Si la soja desembarca fuertemente, como parece ser la tendencia, se tienen que establecer protocolos de entrada que posibiliten el uso de suelo en zonas ya habilitadas para la producción, sin deforestación nueva. Estos suelos pueden encontrarse en zonas ganaderas con cierto grado de degradación, que pueden combinar exitosamente la producción ganadera con la agrícola. Esta combinación de negocios puede reducir la presión sobre bosques nativos, cuidando el agua y manteniendo la biodiversidad; inclusive mejorándolos”, explica Gustavo Ruíz Díaz, gerente de Solidaridad en Paraguay.

De forma similar, la combinación de tierra fértil, disponibilidad de agua y relieve plano también hacen del Cerrado brasileño, especialmente la región entre los estados de Maranhão, Piauí, Tocantins y Bahía (Matopiba), la nueva frontera agrícola para la agroindustria, en particular para la siembra de granos.  Esta región ya es responsable de la producción de 5,8 millones de toneladas de soja al año, según datos de la Asociación de Productores de Bahía (AIBA).

cerrado brasileño paisaje

Imagen del Cerrado brasileño. Foto: Harry van der Vliet/Solidaridad Brasil

Aquí Solidaridad liderará un estudio y estimación del balance de carbono vinculado al cambio de uso del suelo y prácticas agrícolas en la producción de soja, y apoyará un grupo técnico con AIBA para mejorar la comunicación y el compromiso entre todos los actores involucrados en la cadena productiva agrícola, con foco en los productores rurales.

«En el Oeste de Bahía buscamos promover prácticas de producción de soja que comporten un balance de GEI más eficiente. El resultado principal será el desarrollo de una herramienta de medición de carbono, ya que medir la eficiencia en la producción abrirá el camino para desarrollar incentivos. Aquí, nuestra principal innovación será el involucramiento de la industria en la discusión y la creación de soluciones locales para una producción de bajo carbono de soja”, añade Rodrigo Castro, gerente de Solidaridad en Brasil.

Sudamérica alberga el mayor porcentaje de cobertura forestal del planeta y es clave para la acción climática. Los cálculos de carbono permiten comprender cómo mitigar las emisiones de GEI y evitar la deforestación proveniente de la agricultura. Junto a un diálogo más activo que valide y apalanque soluciones viables, el objetivo último es propiciar la transformación del sector hacia una agricultura climáticamente inteligente.

 

 

 

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