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Más allá de los números: El verdadero desafío de las familias cafetaleras

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El cultivo del café no solo es una actividad agrícola, sino también un reflejo de la vida y las historias de las familias que lo producen. A menudo, los indicadores económicos que utilizamos para medir el éxito de los pequeños caficultores parecen elocuentes, pero no siempre captan la realidad de estas familias. Este artículo de nuestra colega Jackeline Londoño busca explorar el verdadero significado del ingreso digno para las familias cafetaleras, y cómo la sostenibilidad va más allá de los números.

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Hoy recordé cuando tomaba tinto, como le decimos en Colombia a una tacita de café, en la finca de don Adán Torres, un pequeño caficultor colombiano. Han pasado casi tres décadas. A pesar de que don Adán ya no está con nosotros, lo que él representa permanece. Aunque colombianos y mexicanos vivimos en diferentes latitudes y tenemos culturas distintas, nuestros caficultores comparten la misma esencia: trabajo con esfuerzo, trabajo en familia, pasión por el café y sueños de café.

Cuando se habla de la producción de café, es imposible separarla de la familia cafetera o cafetalera, como se dice en México. Si hablamos de un negocio familiar gestionado en minifundios y microfundios, los indicadores económicos que usamos para entender el negocio resultan insuficientes. El margen bruto por hectárea, en lugar de dar claridad, puede generar confusión. Ni hablar del costo de producción.

La realidad del ingreso digno

Al enfrentarme a cifras e indicadores, noté algo inquietante. Aunque parecían elocuentes, al final del día no reflejaban todos los aspectos de la realidad. Esto me llevó a buscar otros indicadores que mostraran más fielmente la situación de nuestras familias cafetaleras.

En esta búsqueda, encontré conceptos como el ingreso digno, el ingreso neto y el ingreso real. A menudo, estos términos son confundidos y usados indiscriminadamente en diferentes contextos.

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En la mayoría de las parcelas cafetaleras, la familia juega un papel central en la gestión y operación del cultivo.

Empecemos por la definición que nos da la comunidad de práctica de ingreso digno: “Es el ingreso anual neto que requiere un hogar, en un lugar particular, para permitir un nivel de vida decente para todos sus miembros.”

Sin duda, el acceso a un ingreso digno es uno de los mayores desafíos para lograr la justicia social. Es vital asegurar que las familias, especialmente las más vulnerables en áreas rurales, cuenten con recursos esenciales para su bienestar como alimentación, vivienda, salud, educación y oportunidades de recreación.

Javier Anaya, Oficial de proyectos de café y palma para Solidaridad en México

Y, si hablamos de vida decente, debemos entender lo que eso implica. Esta familia debe tener una vivienda digna. Necesita una dieta que cubra sus requerimientos mínimos de calorías por día. También debe tener acceso a servicios de salud, educación y recreación. Además, debe quedarles dinero para ahorrar.

Esta métrica ha sido el referente porque es el ideal. Es el punto al que queremos llegar con las familias cafetaleras. Sin embargo, para lograrlo, es necesario cerrar una brecha. Esa brecha existe entre sus ingresos reales y el referente.

El primer aporte a este cierre de brecha es el ingreso neto, este es el remanente de dinero que le queda a la familia después de cubrir los costos de producción del café y de sus productos agropecuarios o secundarios. También debemos sumar los otros ingresos que pueda tener la familia, los cuales no necesariamente están relacionados con la producción de sus parcelas. De esta manera, llegamos a la primera conclusión: el living income o ingreso digno es un concepto que va ligado a la familia.

¿Y por qué los indicadores económicos tradicionales se quedan cortos?

Después de tantos años de analizar y escudriñar los números, llegué a una reflexión: es necesario desmitificar el superpoder que hemos atribuido a algunos indicadores económicos. Estos indicadores los hemos usado durante varios años como referencia. Van desde el más básico, el costo de producción por kilogramo de café, hasta indicadores más elaborados como el margen por hectárea.

Si bien estos indicadores nos dan un acercamiento a los resultados del negocio cafetalero a nivel de parcela, son insuficientes. No nos permiten conocer si realmente las familias “la están pasando bien”.

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El contexto mexicano revela un desafío para los jóvenes en el sector agrícola. Aunque el país tiene un promedio de edad joven (aproximadamente 30 años), las oportunidades para los jóvenes en el campo son limitadas.

Hablemos con cifras

En un estudio sobre ingreso real, realizado en el estado de Chiapas en 2023, identificamos varios segmentos de parcelas para nuestros análisis. Presento a continuación los resultados de dos de estos segmentos.

  • Un segmento cultiva 1.8 hectáreas en café. Este grupo obtuvo una productividad media de 1,045 kg GBE (Green Bean Equivalent Coffee) por hectárea, generando un margen bruto de 2,960 USD por hectárea.
  • El segundo segmento cultiva en promedio 3.7 hectáreas. Este grupo tiene una productividad de 1,110 kg GBE por hectárea y un margen por hectárea de 3,260 USD.

En una vista rápida, podemos afirmar que ambos segmentos muestran un buen margen de utilidad. Además, si analizamos la rentabilidad, el panorama es aún mejor: obtienen más de dos pesos de utilidad por cada peso invertido.

¿Pero, esa buena utilidad realmente es suficiente para el anhelado cierre de brecha? 

Cuando analizamos estas parcelas en términos de ingreso neto, se hace visible una brecha. Esta brecha es imperceptible cuando solo miramos indicadores como la rentabilidad o el margen bruto por hectárea.

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El café entre los pequeños productores es un asunto de familia. Para prosperar, la finca familiar debe gestionarse como una pequeña empresa familiar, y para esto es clave involucrar a todos, incluyendo mujeres y jóvenes.

Las parcelas del primer segmento obtuvieron un ingreso neto anual de 5,200 USD por concepto de café. Por otro lado, las parcelas del segundo segmento lograron amplificar su resultado gracias a su mayor área cafetalera, alcanzando 12,000 USD al año. ¿Cuál de los dos segmentos obtuvo ingresos suficientes para alcanzar un nivel de vida digno? La respuesta no es difícil de inferir.

Este pequeño ejercicio nos lleva a la segunda conclusión. El hecho de que el cultivo de café genere utilidad o tenga una rentabilidad interesante no significa que las familias estén obteniendo ingresos suficientes para vivir dignamente. Si esto se da en un año donde hubo utilidad, que diremos de los años y las fincas donde hay pérdidas.

Un reto a considerar al hacer evaluaciones

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Ignorar o desconocer las restricciones nos encierra en un círculo vicioso. Queremos controlar variables que están fuera del alcance de las familias, como el precio. Una restricción clara es el área cultivada en café. Una oportunidad es mejorar la eficiencia de la mano de obra familiar o sumar esfuerzos con el trabajo comunitario. Debemos abrir la mente. En la producción de un commodity, donde los protagonistas son pequeños productores, este producto no será el único responsable del cierre de brecha.

Un diagnóstico detallado de las condiciones de vida y el potencial de estas familias es clave para enfrentar estos retos. Por ejemplo, muchas tienen un solar o traspatio sin aprovechar. Implementar proyectos de cultivo de hortalizas biodinámicas y mejorar la infraestructura para criar pequeñas especies, como aves y cerdos, puede mejorar su alimentación de forma saludable y sostenible, además de generar un ingreso digno para las comunidades.

Javier Anaya, Oficial de proyectos de café y palma para Solidaridad en México

Aceptar esto es entender la restricción. Es la única vía (hasta ahora) para pensar con claridad y planear intervenciones accionables. Necesitamos estrategias que apunten al cierre de la brecha y que involucren a la familia. Las estrategias deben basarse en las motivaciones de cada integrante de la familia para continuar en el negocio cafetalero. Los números sólo cuentan parte de la historia. Hay otras aristas que debemos cubrir para obtener la historia completa. Este es otro desafío: involucrar el análisis de variables cualitativas para estructurar mejores estrategias de intervención.

Un café para el pensamiento

Tomemos más tinto con don Adán y todos los Adán Torres de nuestros países, esto incluye a sus esposas e hijos. Escuchemos más y preguntemos más. Debemos acudir más a las fuentes primarias que a la web.

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Fátima Ruíz, caficultora mexicana ha logrado grandes resultados gracias al proyecto Jóvenes renovando para el futuro

Existen muchos retos. Para asumirlos, debemos abrir mente y corazón. La mente nos ayuda a entender mejor las interacciones entre las variables e indicadores clave del negocio. El corazón nos permite tener una actitud empática. Esto nos debería llevar a preguntarnos y preguntarles sobre las motivaciones, temores y sueños de estas familias.

Artículo publicado originalmente en LinkedIn por Jackeline Londoño, Consultora de café para Solidaridad

CONTACTO

Jackeline Londoño

Consultora del programa café para Solidaridad

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