Las medidas del Estado no son suficientes para proteger a los trabajadores de la minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) -130,000 asociados cooperativistas-, de los daños colaterales ocasionados por la pandemia en Bolivia.
La minería tradicional sería la más afectada por la revalorización del precio de los metales, mientras la aurífera enfrentará escasez de insumos para operar, como el combustible.
La cuarentena y el confinamiento obligatorio de la población por la expansión del Covid19 ha traído consigo efectos colaterales particularmente para quienes desarrollan su trabajo en la esfera informal, porque -entre otros factores- no disponen de ingresos fijos o regulados. El Fondo Monetario Internacional (FMI) determinó en su estudio del 2018 “Economías sombrías en todo el mundo: ¿qué aprendimos en los últimos 20 años?” que Bolivia tiene la economía informal proporcionalmente más elevada (con respecto al Producto Bruto Interno), siendo 62.3% del PBI informal. El país andino está encarando la crisis de la pandemia del Covid19 desde tres perspectivas: contención, mitigación social, y de alivio económico. Sin embargo, los esfuerzos no benefician a quienes trabajan en el sector productivo, incluyendo a los mineros artesanales y de pequeña escala.
La minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) no tiene una definición técnica o legal en Bolivia, así como tampoco existe una definición de «minería informal» propiamente dicha. Se entiende a la MAPE como el segmento conformado por cooperativas mineras (unidades productivas mineras privadas chicas y de producción baja) y mineros individuales.
Las cooperativas (de mínimo 10 participantes) localizan sus operaciones según lo que se busque explotar. La minería aurífera opera principalmente en el norte del país, mientras que la minería tradicional en el occidente, explotando yacimientos de plomo, plata, zinc, entre otros.
El diagnóstico “Impacto del coronavirus (COVID-19) en la minería artesanal y de pequeña escala en Bolivia”, elaborado por las organizaciones Cumbre del Sajama y Solidaridad, señala que, si bien los esfuerzos del Estado apuntan al perfil de los mineros de la MAPE -tales como bonos familiares y reducción de tarifas eléctricas- los principales retos del sector se encuentran en la baja del precio de los metales como el cobre y zinc, la falta de insumos para la minería aurífera y la acentuación de brechas de género.
En dicho diagnóstico, ofrece:
- Un estimado del impacto en pérdidas de la minería tradicional,
- Un inventario de los impactos en la minería artesanal,
- Relación de demandas de la minería cooperativista durante la crisis
- Una evaluación de la pertinencia de las medidas del gobierno para la minería artesanal y de pequeña escala.
- Las mujeres mineras como grupo vulnerable
Uno de los grupos más vulnerables al impacto de la pandemia son las mujeres mineras. Ante este contexto de emergencia, por el lado de las mujeres mineras del sector tradicional, comentan que la mayor preocupación para ellas es la falta de recursos económicos para enfrentar la crisis, pues en su gran mayoría, son viudas, divorciadas o madres solteras; por lo que esperan el reinicio inmediato de sus operaciones. Ellas requieren el apoyo para arrancar la operación minera particularmente en la provisión de combustible y explosivos. Las socias de cooperativas auríferas, por su parte refieren que sólo las que viven en la ciudad de El Alto cuentan con abastecimiento de alimentos en los días que les toca salir, en cambio, las que se encuentran en una situación crítica son las mujeres socias que se han quedado en las comunidades, principalmente las que están más alejadas de los centros poblados más importantes del área rural. Dentro de las trabajadoras individuales, se encuentran las barranquilleras, mujeres que desarrollan sus trabajos de rescate de oro en los ríos del norte del departamento de La Paz, y las bateadoras, que realizan la misma labor, pero con esta denominación en el departamento de Santa Cruz.
Actualmente, la mayoría de ellas se encuentran acatando la cuarentena, a excepción de algunas mujeres que por la alta necesidad de contar con ingresos económicos para proveer de alimento a sus hijos, son impulsadas a ir a los ríos. Muchas están atravesando por situaciones críticas y en algunos casos extremas, al preguntarle a una de ellas sobre cómo le está afectando esta pandemia respondió: “Yo quisiera que de una vez me maten, para que seguir viviendo así…». Las amas de casas mineras, entendidas como esposas de trabajadores de mineros, no son ajenas a la problemática del sector. Su temor es el agotamiento del aprovisionamiento de alimentos por parte de pulperías o medios de aprovisionamiento de las empresas que hasta hoy han utilizado. Por todo lo mencionado, es que en el tema de mujeres mineras, es recomendable que se establezcan programas especiales de asistencia a los grupos más vulnerables, tales como las barranquilleras y bateadoras.
Para conocer más sobre estimaciones de impacto económico y social, el estudio completo se encuentra aquí.