María Flor Soto, de la localidad de Tipuani en Bolivia, es miembro de La Red Nacional de Mujeres Mineras (RNMM), donde mujeres de la pequeña minería en Bolivia buscan convertirse en agentes de cambio y líderes de sus comunidades.
La minería aluvial, que consiste en recuperar oro en los alrededores de los cursos de agua bajo métodos artesanales, recibe en Bolivia el nombre de “barranquilleo”. Es el principal sustento económico para miles de personas como María Flor Soto.
Aunque no existen registros oficiales, ni de otra fuente, sobre la cantidad de mujeres en la actividad minera, la percepción generalizada es que el número se ha incrementado de forma considerable en las últimas décadas en los distintos segmentos de la minería. Lamentablemente, este incremento ha reproducido las precarias condiciones de trabajo de la actividad minera, y no ha traído consigo mejoras en los niveles de organización, ingresos económicos y calidad de vida de las mujeres mineras.
Una población vulnerable
Según María Flor, lo más difícil en el barranquilleo es mantener una buena salud. El 48% de ellas no cuenta con seguro médico:
“Cuando salía mojada del río mis compañeros me decían que me cambie de ropa, pero me negaba porque no hay un vestidor seguro”, comenta.
Así quienes se dedican a esta labor contraen enfermedades respiratorias fácilmente debido a que se retiran del río con la ropa mojada. Asimismo, uno de los principales riesgos de seguridad está relacionado al dragueo (remoción) del suelo húmedo, al toparse con rocas que se desprenden. El 72% tampoco tiene acceso a sistemas de redes de alcantarillado, por lo que las enfermedades estomacales infecciosas son una de las principales causas de muerte entre ellas.
Asimismo, de acuerdo al estudio de línea base generado por Solidaridad y Cumbre del Sajama “Mujeres mineras: una mirada a su realidad socioeconómica”:
- El 34.4% de las mujeres mineras tiene primaria incompleta.
- El 55% de las socias cooperativistas y el 63% de as trabajadoras independientes, tienen un ingreso mensual menor o igual a un salario mínimo, situándose bajo la línea de pobreza.
- Si bien la tasa de analfabetismo en Bolivia es del 2,53%, en las mujeres mineras alcanza el 25%, lo cual limita su acceso a información o su participación legal.
Una red que empodera
La RNMM fue fundada en el año 2000. Solidaridad y Cumbre del Sajama reactivaron la red en 2017 y contribuyeron a su registro legal en 2019. La red organiza a mujeres mineras independientes, cooperativistas, y profesionales. Hasta la fecha ha capacitado a más de 400 mujeres en temas de liderazgo comunitario, empoderamiento ante situaciones de violencia, derechos, oratoria, organización y asociatividad. Está orientada a generar una cadena de valor libre de violencia, con equidad en el acceso de oportunidades, y que mejore la calidad de vida de ellas y sus familias.
Mesas de trabajo para la identificación de problemáticas en las comunidades y formación de comisiones, en alianza con la organización UNITAS.
La RNMM se compone de distintas comisiones que son sometidas a evaluación en cada encuentro anual. En ellas participan mujeres representantes de las organizaciones con responsabilidad propia y respaldada por su organización.
María Flor, por ejemplo, participa de la comisión que promueve los derechos de las mujeres mineras. La misma impulsa talleres de capacitación en temas de violencia intrafamiliar -a través de la difusión de la ley 348-, y de empoderamiento en temas de liderazgo dentro de comunidades y organizaciones.
“He aprendido buenas cosas de la Red de Mujeres Mineras y quisiera que siga adelante. Voy a seguir participando para conocer a mis compañeras y saber qué nos pasa en los distintos distritos donde trabajamos. Estoy contenta con la red”, comenta María Flor sobre su participación.
Otras de las comisiones son:
- La comisión de minería, medio ambiente y agua que tiene el objetivo aminorar el impacto de las operaciones mineras en las comunidades de las socias, en particular en relación al agua, que en las comunidades mineras es escasa.
- La comisión de responsabilidad social que busca trabajar de forma conjunta con la comunidad y desarrollar programas educativos, de salud e infraestructura que sean beneficiosos para aquellos que viven en comunidades cercanas.
- La comisión de alternativas productivas a la minería.
Los medios de comunicación también apoyan a la Red ya que, como María reconoce, los resultados de la red dependerán de qué tan visible puedan hacer el aporte del barranquillero a la economía local.
Se desarrollaron mediatrainings para que las mujeres mineras se representen ante medios de comunicación
“La red ha mostrado que existen las mujeres en la minería y que no somos pocas, somos muchas. Nos ha dado fuerza, ya no andamos agachadas, levantamos la cabeza. Nos ha dado a conocer la ley 348, nos han hecho valorar a las mujeres dentro de las organizaciones y cooperativas”, concluye Sinforosa Rodriguez, representante de la red en Potosí.
SABÍAS QUE…
El trabajo de las mujeres en la minería de Bolivia se remonta a los orígenes de la actividad minera en la época colonial. Hacia fines del siglo XVI, las mujeres participaban del rescate de minerales útiles de los desmontes, así como en actividades de fundición y comercialización de minas argentíferas, labores para las cuales se habían vuelto expertas (Serrano 2004: 22).
En la época republicana contemporánea, puede considerarse como un hito del trabajo minero femenino la creación del Sindicato de Ckajchas Libres y Palliris del Cerro Rico de Potosí, en el año 1939, organización que agrupaba a trabajadores y trabajadoras independientes que realizaban precarias labores artesanales de rescate de mineral en ese centro minero (Absi 2005: 18).
El trabajo de las mujeres en la minería luego se fue arraigando de manera paulatina con el surgimiento de las cooperativas mineras, instaladas en gran parte del territorio nacional, principalmente en minas del Estado y en áreas asignadas a las cooperativas.