
Por primera vez, agricultores colombianos se unieron para rescatar el patrimonio cultural a través de un proyecto musical: ‘Así suena la palma’. Este homenaje sonoro a la palma de aceite, uno de los cultivos más importantes del agro nacional, también destaca su relevancia para la economía rural. Un estudio de BBVA Research de 2024 demuestra la importancia de este cultivo, que en las dos décadas recientes (2003-2023), ha crecido a un ritmo promedio anual del 6,3%.
En el marco de la 21ª Conferencia Internacional sobre Palma de Aceite, Solidaridad –organización dedicada en Colombia a impulsar la sostenibilidad en el agro nacional– presentó este proyecto musical con sus artistas, quienes compartieron historias de transformación gracias a la palma de aceite. Los artistas Alcides Pacheco (Bolívar) y Jazmín Ponce (Santander) se refirieron al impacto del cultivo en la generación de empleo. Este sector, según datos de Fedepalma, actualmente emplea a más de 233.000 personas. Por cada 7,2 hectáreas sembradas se genera un empleo formal y 1,5 indirectos, lo que lo convierte en un motor para el mercado laboral.

El proyecto también resalta el papel de la agricultura familiar y el relevo generacional. Los cantantes Samuel Dájome (Nariño) y Jennifer Pedraza (Casanare) compartieron que sus familias son pequeños productores con varios años en el sector. En Colombia, el 74% de los 8.064 productores totales son de pequeña escala (con menos de 20 hectáreas), ubicados en 19 departamentos. María Goretti Esquivel, Gerente del Programa de Palma de Solidaridad, argumentó que “la palma de aceite genera un valor económico que les permite a las familias del campo tener ingresos estables. El reto en el relevo generacional es que la juventud considere la ruralidad empresarial como una alternativa viable”, agregó.
Las historias de transformación también se extienden a los compositores Jesús Mendoza (Norte de Santander) y Milton Piñero (Meta). Para Mendoza, la palma de aceite representó una opción para la sustitución de cultivos ilícitos, permitiendo la transformación de su finca en el Catatumbo, una región clave en este proceso. Por su parte, Piñero encontró nuevas oportunidades de desarrollo laboral en una planta extractora en Cumaral, Meta, municipio de la Zona Oriental, la de mayor producción a nivel nacional.
«El oro verde de la tierra que implica un respeto por el medio ambiente” es como Milton Piñero describió a los palmares. Esta visión coincide con la de María Goretti Esquivel, quien aseveró que “el proyecto es una oportunidad para reconocer y visibilizar los esfuerzos de productores, del gremio palmero y del sector empresarial para lograr un modelo de agricultura sostenible, que promueve prácticas agrícolas eficientes en equilibrio con la naturaleza y que velan por la inclusión social y la equidad de género”.

COMPROMISO CON LA SOSTENIBILIDAD
La sostenibilidad del sector se demuestra no solo en los testimonios de los productores, sino también en las cifras. El Índice de Sostenibilidad (IDS), una herramienta creada por Cenipalma (Fedepalma) con apoyo de Solidaridad Network, ha trazado los avances y retos de las prácticas sostenibles en la industria. Entre 2020 y 2024, más del 62% de los productores están medidos a través del índice, con un promedio de cumplimiento en los ejes social, ambiental y económico del 50%.
En cuanto al medio ambiente, Esquivel reveló que el sector palmero no es una fuente de deforestación. Se refirió a un estudio de Fedepalma y Satelligence que analizó el historial de deforestación entre 2011 y 2023 en un área de 18,5 millones de hectáreas, incluyendo 615 mil hectáreas de cultivos de palma, información que fue validada por el Ideam.
Además, la directiva agregó que “aunque aún queda camino por recorrer, la sostenibilidad de la palma de aceite de Colombia ya es un factor diferencial. A esto se le suma que más actores de la cadena buscan cumplir con certificaciones relacionadas, lo que permite que este producto nacional pueda seguir aumentando su participación en mercados internacionales”.
Vale la pena resaltar que Colombia es el segundo país de América Latina con la mayor producción certificada. Para 2024, más de 30% del aceite de palma colombiano ya contaba con la certificación de estándares voluntarios de sostenibilidad (RSPO y APSColombia).