Ante la nueva caída en la cotización de los precios del café en el mercado internacional registrada en 0.96 centavos de dólar la libra, la más baja en los últimos años, es importante que tanto la industria, los gobiernos y los consumidores reconozcan los esfuerzos de los productores colombianos en aumentar la producción de café sostenibles.
“Una solución viable a la crisis de los precios es apostar por la sostenibilidad. Las buenas prácticas aplicadas en finca contribuyen a aumentar la productividad del café, optimizar los recursos a la hora de producir y mejorar la calidad del grano, que puede ser reconocido con mejores precios, independientemente de si este es vendido a través de la bolsa o no”, aseguró Joel Brounen, gerente de Solidaridad en Colombia.
Según cifras de la institución, Colombia cuenta en la actualidad con un 67,3% de producción de café certificado o que cumple algún estándar de sostenibilidad, una de las más altas del mundo (ver informe). A pesar de estas cifras positivas en cuanto a la producción, menos de la mitad de este café se vende con un reconocimiento por su calidad o sostenibilidad (28%).
Cerrar la brecha entre el porcentaje de producción sostenible y de las ventas, es una oportunidad para que los productores vean materializados en retornos económicos sus esfuerzos por una caficultura que crea puestos de trabajo formales, cuida los nacimientos de agua y los corredores forestales, y conserva la calidad del suelo, entre otras prácticas.
Las prácticas sostenibles, por su parte, pueden ayudar a mejorar la calidad e incrementar la producción, y a asegurar más consistencia en el volumen y calidad del grano. Asimismo, la calidad y la sostenibilidad pueden asegurar mejores precios en el mercado (prima de calidad y certificación), y ayudar a optimizar los costos y riesgos para el productor.
“Un cafetero no solamente produce café, también genera trabajo y cuida del medio ambiente. Es importante que el mercado y el gobierno, a través de incentivos, reconozcan este valor e inviertan para que se pueda sostener la columna vertebral del sector: el productor”.
Algunos ejemplos de incentivos que pueden ser aplicados por mercados y gobierno son:
- Estímulos financieros, más que subsidios, para inversiones en finca que mejoren las prácticas agrícolas.
- Otorgamiento de créditos más blandos a los productores.
- Esquemas de pagos a los productores como reconocimiento a su contribución ambiental como los administradores del paisaje cafetero colombiano.
“Si los cafeteros deciden sembrar otros productos diferentes al café por un tema de precios, se pondría en riesgo no solo la comercialización de un producto muy importante para la economía colombiana sino también el patrimonio cultural, el capital social y natural ligado a la caficultura”, agregó Brounen.
En un próximo informe sobre los costos externalizados del café, Solidaridad abordará estos retos de manera más específica.